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NarcolepsiaNarcolepsia: cuando el sueño es más fuerte que tú

La narcolepsia es un trastorno del sueño que se caracteriza por una repentina y excesiva somnolencia diurna por la que una persona puede llegar a dormirse en cualquier momento y lugar sin poder evitarlo. Se trata, por lo tanto, de una enfermedad con graves consecuencias para la vida diaria de quien la padece.

La narcolepsia es un trastorno del sueño de origen neurológico cuya principal característica es la excesiva somnolencia diurna. El paciente suele sentirse amodorrado, bien continuamente o en diferentes momentos del día, y en ocasiones, esta somnolencia es tan repentina e intensa que acaba durmiéndose: es lo que se denomina “ataques de sueño”. Algunas personas pueden tener varios ataques de sueño durante el día y éstos pueden durar desde pocos minutos a más de una hora.

Aunque es bastante desconocida, esta enfermedad es más frecuente de lo que se piensa. Según la Asociación Española de Narcolepsia, su incidencia en países occidentales se sitúa entre el 0.2 y 2.6 por 1000.

Las posibles causas que originan este raro trastorno aún no se han logrado determinar, si bien numerosos hallazgos recientes señalan que el concepto de la narcolepsia tiene implicaciones genéticas y hereditarias. Así, las personas que sufren esta enfermedad, tienen, hasta en un 35 por ciento de los casos, algún antecedente directo que ha padecido el mismo trastorno.

Sin embargo, lo que sí se ha demostrado es que determinados factores como la menstruación, el estrés, los cambios súbitos del ritmo vigilia-sueño, afecciones como la mononucleosis infecciosa y los traumas, podrían ser desencadenantes de esta enfermedad.

¿Qué síntomas padecen estos enfermos?

Entre los enfermos existen grandes variaciones en el desarrollo, gravedad y orden de aparición de los síntomas. Cada individuo puede experimentar los síntomas de una forma diferente (el 10 por ciento de las personas afectadas por la narcolepsia presentan todos los síntomas), pero los síntomas más comunes de la narcolepsia, se reflejan, generalmente, en periodos excesivos de sueño, pérdida de las funciones motrices y falta de control del sueño o alucinaciones vívidas mientras duran los periodos de sueño.

Así, a la somnolencia diurna incontrolable y los ataques de sueño (que suceden hasta 10 veces al día, normalmente después de las comidas aunque también puede darse cuando la persona está realizando cualquier actividad de la vida cotidiana), se suma, por ejemplo la denominada parálisis del sueño es una incapacidad temporal para hablar o moverse cuando el paciente empieza el sueño, durante el sueño o cuando se despierta, y puede durar desde segundos a minutos.

También es común entre estos enfermos padecer alucinaciones hipnagógicas, que son experiencias muy difíciles de distinguir de la realidad y a menudo aterradoras, y generalmente ocurren mientras, en un ataque de sueño, la persona se queda dormida o comienza a despertar.

Asimismo, la narcolepsia puede estar asociada a la cataplejia o cataplexia, que es la privación severa y repentina del tono muscular sin pérdida de conciencia. Pueden verse afectados un número limitado de músculos o alterar la mayor parte de la musculatura del cuerpo. Así, normalmente, la cabeza cae hacia delante, los brazos caen hacia los lados y las rodillas se doblan, y la duración del ataque es muy variable, pudiendo prolongarse desde unos segundos hasta treinta minutos.

Estos episodios catapléjicos se producen generalmente por emociones intensas como la risa prolongada, el estrés, la fatiga, las comidas abundantes, el enfado, el miedo o la alegría y, a menudo, por sorpresas o por la realización de movimientos bruscos. De igual forma, los ataques pueden presentarse sin relación con ningún factor desencadenante.

Una vida diaria gravemente afectada

La narcolepsia es una enfermedad que empieza a manifestarse generalmente en la adolescencia o al comienzo de la vida adulta, siendo la época de mayor incidencia entre los 15 y los 25 años y entre los 35 y los 45 años. Además, se puede dar en pacientes sin antecedentes de enfermedad previa, y suele prolongarse durante toda la vida.

Asimismo, los expertos señalan que la situación de estos pacientes puede verse agravada por una alteración del horario que provoque insomnio, por las temperaturas altas, actividades rutinarias en complejos cerrados o por la ingestión excesiva de comidas.

Los efectos de este trastorno suelen interferir en las relaciones sociales y laborales y pueden reducir drásticamente la calidad de vida del enfermo, llegando a poner en peligro su vida, puesto que pueden padecer un ataque de sueño en cualquier momento (mientras conducen, trabajan o cruzan una calle)

Por ello, a las personas que sufren esta enfermedad, además de seguir un tratamiento, se les recomienda, entre otras medidas, que no realicen viajes largos, que no desempeñen trabajos en los que utilicen máquinas peligrosas y que procuren descansar durante cortos periodos al día, así como dormir la siesta, con el fin de evitar los ataques.

¿Cómo se diagnostica la narcolepsia?

El diagnóstico de la narcolepsia es relativamente fácil cuando todos los síntomas de la narcolepsia aparecen, pero si solo se presentan ataques de sueño y la cataplejia es suave o no ocurre, el diagnóstico es más difícil y a veces puede ser confundido con otros desórdenes.

Por ello, el estudio específico de la narcolepsia debe ser determinado por el médico del paciente, basándose en factores como la edad, el estado en que se encuentra la enfermedad y la tolerancia a determinados medicamentos del enfermo.

Además, hay que realizar evaluaciones y exámenes para descartar trastornos que puedan causar síntomas similares, incluyendo somnolencia como producto de convulsiones, apnea del sueño, insomnio, síndrome de las piernas inquietas, otros trastornos del sueño u otras afecciones, trastornos psiquiátricos o neurológicos.

Por último, el diagnóstico se confirma mediante estudios del sueño (polisomnograma), y en particular mediante la realización de la denominada Prueba de Latencia Múltiple del Sueño (MSLT), durante la cual se mide el tiempo que toma quedarse dormido cuando se presentan oportunidades de hacer siesta durante el día.

¿Tiene tratamiento?

Aunque no existe cura para la narcolepsia, su tratamiento intenta controlar los síntomas que condicionan la vida familiar, social, laboral o escolar del paciente.

Dicho tratamiento es individualizado, depende de la gravedad de los síntomas y de las características del paciente, ya que, así como los síntomas de la narcolepsia varían de una persona a otra, la respuesta a la medicación también varía.

Por ello, la comunicación fluida entre el médico, el paciente y su familia sobre la respuesta al tratamiento es necesaria para alcanzar y mantener el control de los síntomas, así como para evitar o reducir los efectos secundarios del mismo.

El control de los hábitos de sueño y el consumo de fármacos son dos de las posibilidades que los enfermos de narcolepsia utilizan para combatir los síntomas. Con respecto a lo primero, los expertos señalan la necesidad de una buena higiene del sueño, que consiste en dormir adecuadamente, evitando los elementos que favorezcan al insomnio, descansando en superficies o lugares apropiados, así como calculando el tiempo suficiente para un descanso adecuado.

Además, se debe evitar realizar actos pre-sueño que favorezcan el insomnio, como por ejemplo, la ingesta de comidas abundantes o dejar pasar poco tiempo entre la cena y el sueño. Si se planifican las siestas y los períodos de sueño, la persona puede normalizar el sueño durante el día y reducir la cantidad de ataques inesperados y súbitos de sueño.

En cuanto al aspecto farmacológico, el principal tratamiento para el exceso de sueño son los estimulantes del sistema nervioso central. Para la cataplejia y otros síntomas relacionados con el sueño REM, se recetan antidepresivos. En ocasiones, se hace necesaria una combinación de estos fármacos. El objetivo es que el paciente permanezca lo más despierto posible durante el día y disminuir los episodios recurrentes de cataplejia utilizando la mínima cantidad de medicamentos posible, ya que éstos pueden causar contraindicaciones que sean perjudiciales para el paciente.

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