La esperanza de vida en la población humana ha aumentado considerablemente en nuestra sociedad. La vejez es una etapa de la vida, que abarca una sucesión de cambios en distintos procesos bioquímicos, determinando alteraciones estructurales y funcionales en los diversos tejidos del organismo. Posiblemente, muchos de los cambios producidos en la vejez, son efectos acumulativos de las lesiones y enfermedades que ha ido sufriendo el individuo a lo largo de la vida.
Por los estudios realizados en las últimas décadas, parece evidente la implicación de la toxicidad del oxigeno sobre el envejecimiento y sobre determinadas enfermedades asociadas, como alteraciones del Sistema Nervioso (enfermedad de Alzheimer, Parkinson....), cáncer, diabetes ó artritis reumatoide. Entre las sustancias, capaces de neutralizar o controlar la toxicidad que el oxígeno produce sobre las células del organismo, destacan: la Vitamina C, la E y los carotenos.
La población anciana está considerada como grupo de riesgo de sufrir malnutrición calórico-protéica. Una adecuada alimentación en la vejez contribuirá a prevenir la aparición de enfermedades o paliar, en la medida de lo posible, sus consecuencias.
¿Cuáles son las causas de malnutrición en el anciano?
En este grupo de población se producen cambios a nivel fisiológico, psicológico y social implicados directamente en el estado nutricional:
Factores fisiológicos:
Alteraciones en los órganos de los sentidos: disminución de la agudeza visual, de la percepción del gusto y del olfato, con pérdida de la capacidad de saborear los alimentos, mostrando así, menor interés por la comida.
Alteraciones dentales y de la masticación, sequedad de boca, pérdida de piezas dentarias, enfermedades de la mucosa oral, de la lengua ó labios, de la musculatura ó mandíbula.
Disminución de la capacidad de absorción y digestión de los alimentos por alteración en la función del aparato digestivo, con menor secreción de las glándulas salivares, gástrica, pancreática e intestinal.
Cambios en el sistema nervioso: disminución del peso del cerebro, pérdida de neuronas, alteraciones de la memoria, desorientación, modificaciones de la conducta y del comportamiento alimentario...
Alteraciones en el metabolismo de los nutrientes, dificultando su absorción y eliminación, por acción del consumo de múltiples medicamentos utilizados en esta población.
Cambios en la composición corporal: reducción progresiva de la talla (1cm por década), disminución del agua corporal, baja sensación de sed, pérdida involuntaria de masa muscular con un menor Gasto Energético Basal, incremento de la masa grasa con un aumento de la grasa visceral y disminución de grasa subcutánea y pérdida de masa ósea.
Cambios en el aparato respiratorio, con alteración de la capacidad pulmonar.
Alteraciones cardiovasculares con mayor tendencia a aumentar la tensión arterial.
Cambios a nivel del riñón con pérdida de masa renal y modificaciones en su función.
Existencia de una mayor incidencia de diabetes con la edad por cambios en el metabolismo de los hidratos de carbono.
Factores psicosociales:
Existe un importante número de factores que contribuyen a la aparición de problemas en la alimentación con elección de dietas monótonas, y en ocasiones aparición de alteraciones del comportamiento alimentario con presencia de anorexia ó falta de apetito. Algunos de estos factores son: el ingreso en hospitales o instituciones geriátricas, el aislamiento, la soledad, en muchos casos la depresión y otras alteraciones psiquiátricas, el bajo apoyo social, los bajos recursos económicos, el mayor número de enfermedades crónicas que padecen, la mayor incapacidad física y psíquica que el anciano presenta y la pérdida de autonomía social y personal.
¿Qué consecuencias están relacionadas con la malnutrición en el anciano?
La malnutrición calórico-protéica aparece cuando la cantidad de energía ó proteínas que necesita un individuo no es suficiente para cubrir sus necesidades y mantener un estado de salud óptimo.
Podemos sospechar la existencia de malnutrición si observamos:
Valoración y requerimientos nutricionales en el anciano
¿Cuál es el objetivo de una valoración nutricional?. Identificar las causas, iniciar tratamiento y evitar las consecuencias de la malnutrición ó el riesgo de padecerla y realizar una adecuada intervención nutricional, individualizada, dirigida a corregir las carencias y mejorar las posibles enfermedades que se puedan asociar.
¿Cuáles son los requerimientos nutricionales en el anciano?
Necesidades energéticas:
El aporte energético está en función de la edad, sexo, actividad física y grado de enfermedad asociada.
El Gasto Energético Basal disminuye en un 3% por década a partir de los 20 años.
La OMS considera que se produce una reducción del 10% por cada década a partir de los 60 años; fundamentalmente debido a la pérdida de masa muscular y disminución de la actividad física.
Necesidades proteicas:
Deben constituir el 10-20% de las calorías totales. Se recomiendan cifras entre 0.8-1.1 gr/kg./día.
El 50% deben ser aportadas en forma de proteína de origen animal (carnes, pescados ó huevos). Con frecuencia los ancianos tienen poca apetencia por este grupo de alimentos; por lo que se aconseja buscar alternativas y adaptarse a las posibilidades de cada individuo para poder conseguir este aporte mínimo recomendado.
Necesidades de grasa:
Se recomienda un aporte de 30-35% de la energía total de la dieta.
Se aconseja un consumo moderado de colesterol y especialmente el consumo de aceite de oliva.
No hay que abusar de las dietas ricas en grasa animales con alto contenido de ácidos grasos saturados y colesterol, por su relación directa sobre la aparición de arteriosclerosis.
Hasta la década de los 50-60 años se elevan los niveles de colesterol en sangre y disminuyen a partir de esta edad.
Necesidades de Hidratos de Carbono:
El 50-55 % de las calorías totales han de ser en forma de hidratos de carbono.
Con la edad aumenta la prevalencia de Diabetes Mellitus. El elevado nivel de glucosa en sangre en personas ancianas se asocia a un mayor deterioro funcional y a una limitación en las actividades de la vida diaria. En el anciano diabético, se tiende a disminuir este aporte dando preferencia al consumo de Hidratos de Carbono complejos ó polisacáridos, representados principalmente por el almidón de los cereales, pan, pastas, patatas ó legumbres.
Se recomienda un aporte de fibra de 20-30 gr/día.
Necesidades de vitaminas y minerales:
La población anciana suele tener carencia de estas sustancias debido al menor consumo de determinados alimentos. Los procesos metabólicos del envejecimiento, el consumo de muchos medicamentos y la asociación de enfermedades agudas ó crónicas, hacen que sus necesidades estén aumentadas.
Con la edad la absorción de Calcio va disminuyendo en relación con la menor secreción ácida gástrica y los niveles más bajos de Vit D, por una menor secreción a nivel de la piel. La falta de ejercicio y la menopausia favorecen la pérdida de masa ósea.
El déficit de Hierro es un problema frecuente en el anciano, sobre todo asociado al consumo prolongado de antiácidos y antiinflamatorios.
Determinadas carencias vitamínicas se han relacionado con enfermedades del Sistema Nervioso. La administración en dosis suficientes de Vit E, Vit C, Vit B1, Vit B12, Acido Fólico podría beneficiar el curso de este tipo de enfermedades.
Tabla I: Ingestas recomendadas de energía y nutrientes para la población española: Departamento de Nutrición. Universidad Complutense de Madrid, 1994.
¿Qué alternativas hay al tratamiento nutricional en los ancianos?
Es de gran importancia adecuar la alimentación a cada individuo, asegurando un aporte energético suficiente, diseñando platos que con poca cantidad contengan un alto contenido en nutrientes. Valorar las preferencias alimentarias y elegir alimentos de consistencia que faciliten la masticación y la manipulación con las manos ó con un solo cubierto (si existen alteraciones motoras). Establecer un entorno favorable y un tiempo suficiente para las distintas tomas.
Recurrir a suplementos energéticos, proteicos y/ó esenciales ante una ingesta inadecuada de otros nutrientes, como apoyo a la alimentación oral. No son fórmulas nutricionalmente completas por sí mismas.
Si existe una alteración severa en la capacidad de masticación y deglución de los alimentos (líquidos y/ó sólidos) se modificará su consistencia y si aún así, la incapacidad para la ingesta oral es absoluta, se instaurará Nutrición Enteral a través de sondas utilizando diferentes vías de acceso.
En las Instituciones Geriátricas es aconsejable que los menús sean diseñados teniendo en cuenta las preferencias y costumbres culinarias predominantes del grupo, utilizando alimentos que permitan asegurar un adecuado aporte nutricional, de buena calidad y a un precio razonable ofertados a través del servicio de cocina ó la empresa de catering.