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Enfermedades

Transtorno de ansiedad generalizada

Transtorno de ansiedad generalizadaIntroducción: ¿qué es el trastorno por ansiedad generalizada?

Se trata de la presencia de ansiedad y excesivas preocupaciones, de forma persistente, durante un periodo de tiempo mínimo de 6 meses.

Es una patología común. Se ha observado que puede presentarse hasta en el 3-8 % de la población

Este trastorno es ligeramente más frecuente en mujeres que en varones, con una relación de sexos de dos tercios a favor de las mujeres.

Causas. ¿qué lo produce y cómo se produce?

Como sucede en la mayoría de los trastornos psiquiátricos, no queda clara la causa del trastorno de  ansiedad generalizada. Se cree que interactúan diversos factores.

Existen estudios que han detectado una predisposición familiar a sufrir este trastorno. A pesar de ello, estos resultados no son todavía consistentes y  no se ha demostrado un patrón determinado de agregación familiar.

Se han postulado diversas hipótesis respecto a la implicación de determinados neurotransmisores y sus receptores cerebrales. Podemos mencionar la posible alteración en el sistema de regulación de serotonina (neurotransmisor cerebral), o bien, la teoría basada en el posible mal funcionamiento del receptor benzodiacepínico ligado al receptor del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico).

Existen algunos estudios de neuroimagen en que se han hallado ciertas diferencias con los individuos sanos, a pesar de ello, no se trata de resultados concluyentes.

No es infrecuente encontrar en estos paciente trastornos de la personalidad, principalmente de tipo evitativo, histriónico, dependiente u obsesivo.

Existen también diversas teorías psicológicas de la angustia, como son la teoría psicodinámica, la teoría conductual y la teoría cognitiva.

Manifestaciones clínicas. ¿cuándo se debe sospechar?

Hemos comentado que la principal característica es la ansiedad y la preocupación excesivas durante un período mínimo de 6 meses. Estas,  pueden ser debidas a acontecimientos y situaciones diversas, variadas y al  individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación.

Además, junto con la  ansiedad y la preocupación, suelen existir otros de los síntomas que se citan a continuación: el sujeto se muestra inquieto, impaciente, irritable, con tensión a nivel muscular, se puede observar (o bien nos comenta) que se cansa fácilmente, le cuesta concentrarse y duerme mal.

Aunque los individuos pueden reconocer que sus preocupaciones son excesivas, que no se sienten capaces de controlar su estado, su ansiedad, esto no siempre es así. A pesar de ello, ustedes podrán observar que estas preocupaciones y su ansiedad, resultan desproporcionadas para los demás, y que afectan en cierto modo a sus relaciones interpersonales (con familia, amigos, compañeros de trabajo,...), a su rendimiento en el trabajo, a sus actividades lúdicas ("hobbies") o a otras áreas importantes de su cotidiano.

Cuando estos pacientes exponen sinceramente sus preocupaciones, comentan el miedo ante "lo que puede suceder", esto resulta para el resto de individuos exagerado ante la situación real que se está planteando. Digamos que las consecuencias que el sujeto ve como altamente probables, son desmesuradas e improbables para ustedes. Los demás verán esas preocupaciones y esa angustia como desproporcionadas, ya sea por el prolongado tiempo que pasa pensando en ello, por el grado de ansiedad que le provoca pensarlo, por la frecuencia con qué "le da vueltas" a  los mismos pensamientos, o bien por las posibles consecuencias (claramente desproporcionadas con las posibles consecuencias reales).

Este estado de continua "hiperpreocupación " no permite que puedan prestar la atención suficiente a otros asuntos (tareas, conversaciones,...) y es por eso que, tal y como hemos comentado, quedan afectadas otros aspectos de su vida.

Las personas adultas que sufren un trastorno de ansiedad generalizada normalmente se preocupan por situaciones normales de la vida diaria, como  son el realizar una nueva tarea en el trabajo, el asumir una determinada responsabilidad laboral,  asuntos económicos de la familia, la salud de sus seres queridos, pequeños problemas escolares de sus hijos u otros problemas de carácter menor. Así por ejemplo, pueden mostrarse angustiados por un ruido inusual del motor del coche, por un suspenso de su hijo, por un pequeño cambio introducido por el jefe en el trabajo habitual,... llegando a conclusiones como la posibilidad de un despido, de un fracaso escolar de su hijo, de la necesidad de comprar un nuevo vehículo,...

Estas preocupaciones pueden ir variando a lo largo del tiempo, y podríamos decir que, parece que cuando no está preocupado por un motivo, lo está por otro.

Síntomas y trastornos asociados

A pesar de que no forman parte de la clínica necesaria para diagnosticar el trastorno de ansiedad generalizada, existen otros síntomas que pueden asociarse a este.

Hemos mencionado que suelen presentar tensión a nivel de la musculatura, esta tensión puede producir dolor muscular, temblor, e incluso sacudidas musculares.

También pueden sufrir respuestas de sobresalto exageradas, ante situaciones que no han sido especialmente alarmantes.

Tampoco es infrecuente la aparición de molestias físicas como la necesidad de  orinar muy a menudo, dificultad en tragar los alimentos, ganas de vomitar (náuseas), diarrea, sudoración, manos frías, boca seca, dolores de cabeza.

El estado de ánimo puede verse afectado, presentando síntomas depresivos de forma frecuente.

Estos pacientes pueden caer en problemas de abuso de alcohol o de pastillas tranquilizantes, que suelen utilizar para reducir el nivel de ansiedad.

En niños y adolescentes, la ansiedad y las preocupaciones suelen estar centradas en sus estudios, notas escolares, rendimiento deportivo. No es necesario que los padres, maestros o compañeros estén realmente juzgando  al niño para que se presente una hiperpreocupación. Estos niños buscarán continuamente la aprobación, presentando inseguridad y escasa capacidad para valorar el rendimiento propio. Buscando esta seguridad, se pueden mostrar perfeccionistas, sin llegar a conseguir el nivel deseado y con una elevada autoexigencia que les lleva a esforzarse constantemente y a intentar reafirmarse ante el reconocimiento de los demás.

Diagnóstico. ¿cómo saber o confirmar?

Es necesario considerar que no toda ansiedad es patológica y, por tanto, es necesario diferenciar la posibilidad de estar ante un diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada o no. Si así es, las preocupaciones son difíciles de controlar e interfieren en la actividad habitual del individuo, a diferencia de las preocupaciones habituales en la vida que pueden controlarse mejor o posponerse para otro momento, sin recaer continuamente en ellas.

También las diferencia la intensidad, duración y grado de afectación del cotidiano del paciente sin base a los ojos de los demás.

La  presencia de los síntomas físicos previamente mencionados (nauseas, dolor de cabeza, temblor,...) también apoya el diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada.

Es imprescindible que el cuadro mencionado tenga una duración de más de 6 meses para poder realizar este diagnóstico.

A mayor número de preocupaciones y de diversidad temática de estas, más probable es el diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada.

Debe de considerarse que las situaciones que originan ansiedad y preocupación no se limitan a un tema  concreto y único, como pudiera ser el miedo  a sufrir una enfermedad, a hablar en público, a ganar peso, a estar lejos de los seres queridos, a un animal determinado (arañas, serpientes, ratas,...).

Tampoco puede considerarse como un trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad y la preocupación que aparece después de sufrir un acontecimiento traumático para el individuo (grave accidente de coche, violación,...), o bien aquella debida al efecto de determinadas drogas, fármacos, tóxicos (por ejemplo el café en cantidades importantes).

Por último el médico al que consulte descartará la posibilidad de que la ansiedad fuera debida a una depresión u otro tipo de enfermedad mental, así como la presencia de alguna enfermedad médica general que pueda justificar la presencia de los síntomas (como por ejemplo el hipertiroidismo). Para ello será necesario realizar la historia clínica (preguntas sobre enfermedades pasadas, motivo de consulta,...), la exploración física y el análisis de laboratorio que se considere pertinente en cada caso.

Tratamiento

El tratamiento ideal para estos pacientes sería la combinación de psicoterapia y farmacoterapia. También es recomendable que realicen algún deporte o ejercicio físico de forma regular puesto que reduce la ansiedad.

En la psicoterapia es importante el establecimiento de una relación  humana médico-paciente, esta psicoterapia de apoyo irá encaminada principalmente a orientar al paciente para modificar conductas y pensamientos persistentes que producen un incremento de la ansiedad. Es importante que el paciente muestre un interés en aplicar dichas modificaciones y se muestre colaborador.

Las técnicas más usadas desde el punto de vista conductual, dirigido sobretodo a los  síntomas físicos, son las técnicas de relajación y el biofeedback (técnica de control emocional).

A nivel farmacológico, el tratamiento debe ser individualizado valorando cada caso en particular. El fármaco más utilizado suelen ser las benzodiacepinas (ansiolíticos), considerados en este trastorno el tratamiento de elección. La elección de la benzodiacepina (BZD) se decide en función de diversos factores como la edad del individuo, la presencia de otras enfermedades médicas en el paciente y los antecedentes de buena respuesta previa a una determinada BZD. Puede asociarse propanolol para controlar ciertos síntomas físicos, como por ejemplo la taquicardia, si se considera preciso. Cuando los fármacos mencionados son insuficientes, se recomienda administrar antidepresivos, principalmente del tipo ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina), imipramina o clomipramina. 

Pronóstico y complicaciones. ¿qué consecuencias puede tener?

Aproximadamente la mitad de estos pacientes refieren que los síntomas iniciaron en la infancia tardía o en la adolescencia, aunque no es infrecuente el inicio a partir de los veinte años. Otros individuos no saben concretar el período de inicio, expresando que siempre recuerdan "haber sido nerviosos".

Muchos de los pacientes que padecen de trastorno por ansiedad generalizada no buscan ayuda psiquiátrica; de hecho, son sólo un tercio los que suelen consultar y seguir tratamiento.

Estamos ante un trastorno de carácter crónico, pero fluctuante, con frecuentes agravamientos coincidiendo con períodos de estrés. Estos individuos tienen mayor riesgo de padecer otros trastornos psiquiátricos como crisis de ansiedad, un trastorno de tipo depresivo, problemas por abuso de sustancias tranquilizantes (sin prescripción médica o a dosis más elevadas de las indicadas) o trastorno relacionado con abuso de alcohol. El control psiquiátrico correcto , así como el buen cumplimiento del tratamiento, facilita una mejor evolución.

Consulta médica. ¿cuándo debo acudir al médico? ¿qué médico me puede tratar?

No suele existir un suceso previo que lleve al paciente a consultar, sino que generalmente el paciente llega a la conclusión de que su tensión, ansiedad y preocupación habitual "no es normal".

Sería conveniente consultar al médico de cabecera o al psiquiatra cuándo el propio paciente y/o su familia advierte que la ansiedad habitual parece "ser excesiva" o bien si uno observa que presenta las molestias físicas mencionadas previamente, e incluso ha estado consultando a diversos médicos de otras especialidades, creyendo tener otro tipo de enfermedad (por ejemplo puede haber consultado al servicio de digestivo porque padece nauseas y diarrea).

Es recomendable comentar al médico el conjunto de los síntomas, facilitando así la posibilidad de detectar el cuadro.

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Categorías: Enfermedades, Psiquiatría,
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