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Salud familiar

Úlceras por presión

Úlceras por presiónUno de los problemas médicos que típicamente se identifican en los ancianos son las úlceras por presión, o escaras. Obviamente no es una patología atractiva o agradable de tratar, además requiere cuidados y dedicación prolongada y quizás por esto, el grueso del manejo de este problema está a cargo del personal de enfermería. Sin embargo, se debe tener presente que es una enfermedad como cualquier otra, por lo que requiere la valoración del médico y la colaboración del resto del equipo de salud.

¿Que son las úlceras por presión?

Las úlceras por presión son lesiones isquémicas, es decir, por falta de riego sanguíneo, que provocan la muerte de tejidos y posterior necrosis, comenzando en la piel. En general se producen en sitios donde existen prominencias de los huesos, que al comprimir la zona de apoyo entre éste y el resto de cuerpo situado superficialmente provocan la disminución o la suspensión del flujo de sangre, con el consiguiente daño a los tejidos. Dichos sitios pueden ser sometidos a presión intensa durante un período corto o a presión menos intensa, durante un tiempo más prolongado, siendo ambas alternativas potencialmente dañinas para la piel.

La frecuencia con la que se presenta esta enfermedad varía de acuerdo a la edad del paciente, siendo más alta mientras mayor es el enfermo. También depende del tipo de institución en que este se encuentra, produciéndose cerca de dos tercios de ellas en los hospitales de agudos, y del resto una parte en las residencias y una menor proporción en sus propios hogares.

De todas ellas, más o menos un 2% son muy severas y pueden comprometer la vida del enfermo. Si bien no es una enfermedad exclusiva del anciano (también ocurre en enfermedades como lesiones medulares), las personas mayores tienen en promedio de 8 veces más probabilidades de padecerla.

¿Cómo y por que se producen?

La piel de los ancianos tiene una regeneración más lenta.

Existe una disminución de la fuerza de unión de las células en la epidermis, con un retardo en su regeneración y una disminución del riego sanguíneo en la dermis.

A esto se debe agregar que disminuye o se pierde la sensibilidad al dolor, se adelgazan todas las capas de la piel y se alteran los tejidos elásticos y colágeno que la componen.

La falta de vitamina C puede aumentar la fragilidad de los vasos sanguíneos y del tejido graso que de alguna manera sirve como colchón de nuestro cuerpo, reduciendo de esta forma su protección y facilitando la producción de lesiones por presión.

La presión de la pequeña circulación de los tejidos como la piel no es tan elevada de manera que si estos se hallan sometidos a una compresión externa, ésta puede equipararse o superar a la presión del capilar sanguíneo, generando la citada isquemia al suspenderse el riego en la zona afectada. Es por ello que existen zonas del cuerpo más susceptibles de lesionarse, como las prominencias óseas. Por ejemplo, se puede mencionar que al estar sentada, una persona puede recibir presiones superiores en 10 veces a la presión de su circulación.

La fricción, producto del roce con la ropa de cama y sus pliegues, así como el cizallamiento entre dos capas de la piel y la maceración por la humedad de los tejidos, agravan el efecto de la presión sobre los lugares expuestos. 

Las ya citadas incontinencias, muy frecuentes en las edades avanzadas, y que muchas veces el propio paciente minimiza u oculta por pudor.

El padecer enfermedades de los vasos sanguíneos que de algún modo faciliten su lesión.

La desnutrición e incluso la obesidad, juegan un rol negativo y favorecedor de las escaras. 

Hay cambios en la piel del anciano asociados al envejecimiento que favorecen su aparición:

Si a lo anterior se agrega la inmovilidad o postración del enfermo, las constantes abrasiones, la humedad producto de las incontinencias tanto urinaria como fecal, los factores ambientales como los colchones y sillas duras y los factores iatrogénicos como una excesiva prescripción de reposo o de medicamentos sedantes e hipnóticos a dosis inconvenientes para nuestros ancianos, entonces existe una elevada probabilidad de producir una escara.

De los factores físicos directamente involucrados en la formación de una úlcera por presión, sin duda el más importante es la presión misma.

Existen factores dependientes del paciente como:

Seguramente todo lo mencionado está relacionado de alguna forma con el inmovilismo que es el factor de riesgo más importante en la producción de úlceras por presión.

También influyen de manera considerable elementos ambientales tales como camas o pliegues de ropa, colchones duros, sillas duras y escayoles u otros movimientos para inmovilizar.

El cuidador puede tener parte de la responsabilidad en la provocación o agravamiento de las úlceras, al no realizar los cambios de postura con la frecuencia necesaria y prescrita, o al mantener a un paciente incontinente con humedad en el pañal por demasiado tiempo.Lo anterior puede aumentar de importancia al no poder reconocer los signos precoces de la enfermedad y a veces retrasar un tratamiento.

¿Dónde aparecen las úlceras?

Las zonas donde se producirá la lesión dependerán de la posición y el tipo de reposo que efectúe el enfermo. Así, los que están recostados más tiempo de lado sufrirán más daño en los hombros, caderas, cara interior de las rodillas y tobillos. Los que toman una posición boca arriba, tendrán problemas en la espalda, glúteos y talones. En todo caso las úlceras por presión pueden aparecer en la piel de cualquier sitio del cuerpo.

¿Cómo se clasifican las úlceras?

Existe una clasificación diagnóstica de las úlceras por decúbito según su severidad.

GRADO I

Limitada a las capas superficiales de la piel, se manifiesta a través de enrojecimiento y no está rota la barrera cutánea y se mantiene la integridad de la piel.

GRADO II

Afecta a las capas superficiales de la piel y se prolonga a la primera porción del tejido graso subyacente, y se manifiesta con erosiones, ampollas y/o desgarros superficiales.

GRADO III

Se extiende más profundamente a través de estructuras superficiales, afecta a la grasa subcutánea, produciendo necrosis del tejido comprometido y alcanza, pero sin llegar a comprometer, los músculos.

GRADO IV

Destrucción de todo el tejido blando desde la piel hacia el hueso, el nivel de ulceración llega a músculo, hueso, articulaciones, cavidades orgánicas adyacentes y estructuras de sostén. 

¿Cómo se tratan las úlceras por presion?

El tratamiento puede ser preventivo o curativo.

1-Preventivo

Lo más importante frente a las úlceras por presión es intentar prevenirlas. Es la clave de este tema, dados los inmensos daños que puede provocar una escara, sobretodo cuando es de los grados 3 o 4. Lo mejor es evitar que esta se produzca o en el peor de los casos, impedir que progrese a niveles de mayor gravedad.Para lo anterior se recomienda considerar los siguientes elementos:

  • Cambio de posición cada 2 horas.
  • Levantar diariamente al paciente.
  • Higiene de la piel.
  • Hidratación, lubricación y masaje circular de la piel.
  • Evaluar la tolerancia de tejido a la presión.
  • Uso de equipos de dispersión de presión: colchón de presión alterna, almohadones, férulas de espuma, bolsas de agua.
  • Educación al personal sanitario, a la familia y al propio paciente.
  • Detección, prevención y tratamiento de factores predisponentes.
  • Identificar personas con factores de riesgo: Inmovilización, mala nutrición, incontinencia fecal y urinaria y disminución del grado de conciencia (estupor, obnubilación, coma).
  • Vigilancia estricta a pacientes con alto riesgo: exploración física dirigida y palpación de zonas susceptibles, realizadas idealmente por el médico o por la enfermera.

Medidas específicas:

2-Curativo

Proteger de la infección.

a. Control con cultivos: las úlceras por presión por lo general son colonizadas por bacterias y el médico puede recomendar en ocasiones, obtener una muestra por aspiración mediante aguja o biopsia del tejido.

b. Tratamiento sistémico con antibióticos según corresponda si el paciente presenta bacteriemia, sepsis, celulitis avanzadas u osteomielitis.

c. Higiene adecuada de la piel del paciente.

Eliminación del tejido desvitalizado: Para ayudar a cicatrizar las úlceras se necesitará eliminar el tejido necrótico, existiendo dos métodos, ya sea por métodos químicos utilizando enzimas, o por medios quirúrgicos empleando el bisturí.

Favorecer la cicatrización: Para ello se utilizan gasas empapadas en suero o las ya mencionada espumas hidrocoloides.

Curas periódicas: Inicialmente y en condiciones ideales, una por día en úlceras grado II. Dos curaciones por día en úlceras grado III y IV en heridas con gran cantidad de exudado. El uso de apósito hidrocoloides esta dado para heridas no infectadas.

Tratamiento de úlceras grado I: Sólo requiere del manejo de las medidas preventivas

Tratamiento de úlceras grado II: Al manejo preventivo se debe agregar el aseo constante de la zona lesionada, habitualmente con suero salino salino, así como la aspiración de la ampolla. Se utilizan algunas sustancias que colaboran con la limpieza y con la velocidad de cicatrización de la herida, conocidos como apósitos hidrocoloides, que requieren un manejo especializado por parte del médico y personal de enfermería.

Tratamiento de úlceras grado III y IV:

Limpieza: Las úlceras por presión cicatrizan mejor cuando están limpias, pudiéndose realizar lavado con suero fisiológico hasta que la herida esté limpia.

¿Cuánto tardan las úlceras en curarse?

Recuperación estimada según el grado de la úlcera:

  • Úlcera grado I, dos días aproximadamente.
  • Úlcera grado II, una a dos semanas.
  • Úlcera grado III, uno a tres meses.
  • Úlcera grado IV, meses o años. 

En síntesis

Las úlceras por presión son una enfermedad bastante frecuente en el anciano, particularmente si tiene los factores de riesgo antes enumerados, de modo que la prevención es el mejor camino de evitarse meses de sufrimiento. Es preciso que las familias que cuenten con algún integrante que pueda contar algunas de las características que lo hagan propenso a esta enfermedad, soliciten la valoración que el equipo de atención primaria e idealmente la evaluación de un geriatra, puesto que los servicios de geriatría cuentan con unidades de asistencia domiciliaria que coordinadas con la atención primaria, pueden resolver en forma eficiente este tipo de patologías.

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