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Enfermedades

Dermatitis Atópica

Dermatitis Atópica¿Qué es?

La Dermatitis Atópica (DA) supone la existencia de una inflamación de la piel (dermatitis) en un niño que presenta una sensibilidad (atopia) que le predispone a ciertas enfermedades alérgicas. Se conoce también como Eczema y afecta entre un 5-8% de la población infantil.

Se define la atopia como una predisposición genética a reaccionar con respuestas exageradas ante estímulos ambientales. Suele haber cierto componente hereditario, por lo que es frecuente encontrar en la familia algún miembro con enfermedades atópicas (DA, asma, conjuntivitis o rinitis alérgicas).

¿Cómo se produce?

La piel de estos niños presenta un estado constante de sequedad. Actualmente se piensa que pudiera deberse a una alteración de las grasas que forman el estrato córneo de la epidermis (las células más superficiales de la piel). Las células de dicha capa están recubiertas de un manto de cuerpos grasos que protege al resto de la piel. En los niños atópicos este manto graso cumple mal su papel, por lo que se produce una pérdida de agua, y una alteración de su "función de barrera". Como resultado la piel se vuelve seca y tiende a irritarse más fácilmente.

Por lo tanto, es una enfermedad no contagiosa.

¿Cuándo sospechar ?

En el 60% de los casos el proceso se inicia en el primer año de vida (en general entre los 2 y 9 meses), y en el 85% dentro de los primeros 5 años. Característicamente la DA suele producir lesiones en la piel de diferente forma y diferente localización, según las edades: se puede manifestar por placas rojas localizadas, que parecen rezumar líquido y que posteriormente se recubren con costras marrones o granates; o por zonas de piel seca, engrosada, que desprenden escamas, en los que están muy marcados los pliegues de la piel. Su extensión es muy variable, pudiendo afectar a cualquier zona.

En los dos primeros años de vida suele ser más frecuente en cara, en el abdomen y en la parte externa de las extremidades. A medida que el niño crece tiende a localizarse en los pliegues de flexión (muñecas, rodillas, codos) y en las manos. Las lesiones suelen curar sin dejar cicatrices. Un síntoma presente en casi todos los casos es el prurito o picor, de tal manera que su ausencia casi descarta el diagnóstico de DA. Este picor suele aumentar al desnudarse, al acostarse, con los cambios de temperatura y al sudar.

Estos niños pueden tener otros síntomas cutáneos:

  • Pitiriasis alba o dartros: áreas blanquecinas, de forma redondeada, con una fina descamación, que aparecen sobre todo en la cara, parte superior del tronco y cara externa de las extremidades. Se hacen más visibles en verano al pigmentarse al zonas circundantes.
  • Queilitis descamativa: labios fisurados verticalmente, con costras amarillentas y sensación de picor.
  • Queratosis folicular: aumento del tamaño de los folículos pilosos, dando a la piel un aspecto de "piel de gallina".
  • Dermatitis plantar juvenil: sequedad, escamas y aumento del grosor de la piel de las plantas, que se da sobre todo en adolescentes, en relación al calzado deportivo.
  • Dishidrosis: aparición de vesículas y ampollas, que se rompen y desprenden, dando la sensación de "piel levantada", en los espacios entre los dedos de pies y manos, así como en palmas y plantas.

La evolución de la DA es característicamente fluctuante, "a brotes": es decir, hay temporadas en las que están muy bien (algunas rojeces aisladas, piel algo seca, picor leve); y otras en las que tienen muchas placas rojas diseminadas por el cuerpo, en general sin causa aparente. A medida que su hijo crece el eczema tiende a disminuir y a localizarse. En los sitios en donde el eczema se repite la piel se vuelve más gruesa y "como cuadriculada". A los 10 años menos del 10% de los pequeños atópicos siguen teniendo brotes de DA.

En algunas ocasiones se relacionan con ciertos "factores precipitantes":

  • Cambios estacionales: suelen estar peor en primavera y otoño, y mejor en verano.
  • Ambientales: lugares de baja humedad (calefacciones eléctricas, aire acondicionado); algunos niños pueden tener alergia al polvo.
  • Cambios psicológicos: algunos brotes pueden estar exacerbados por stress emocional, celos, problemas escolares...
  • Irritación mecánica, roce con algunas ropas, sudoración.
  • Situaciones especiales: dentición, infecciones.
  • Alimentarios: en unos pocos casos está relacionado con alergias alimentarias.

¿Cómo confirmar el diagnóstico ?

El diagnóstico se realiza en base a la historia clínica y la forma y localización de las lesiones. No existe ninguna prueba específica para la DA, por lo que en general no es preciso hacer ningún tipo de pruebas, excepto en los casos de mala evolución.

¿Cómo se soluciona ?

Es importante que se entienda que no existen curas rápidas y que se trata de una enfermedad crónica de la piel, para la que hasta la actualidad no se ha encontrado un tratamiento curativo. Existe una tendencia a mejorar con la edad, pudiendo llegarse incluso a curaciones completas.

El tratamiento va encaminado a mejorar la sequedad cutánea, disminuir la inflamación y eliminar el picor.

Hidratación de la piel: la piel de estos niños es constitucionalmente seca, por lo que su adecuada hidratación constituye uno de los pilares del tratamiento. La higiene de estos niños debe realizarse mediante un baño al día con agua templada, que dure 20 minutos como máximo, siendo la ducha una alternativa.En los casos más extensos es preferible el baño, de no más de 10 minutos, a cuya agua se puede añadir una solución coloidal de avena, aceites de baño no minerales o soluciones jabonosas de brea o alquitranes. Los jabones a utilizar deben ser lo más suaves posibles, de pH ácido o neutro (Pan o gel espumante sin jabón: jabones de avena o "extragrasos"). Hay que evitar el friccionar en exceso o utilizar esponjas ásperas. Tras el lavado hay que secar sin friccionar y no del todo, permitiendo que la piel quede algo húmeda, sobre la que se aplicarán cremas o aceites emolientes o hidratantes. La vaselina, tanto en forma de crema como de aceite, es una solución barata y de las más eficaces. Se deben evitar los productos con fragancia, así como la aplicación excesiva de cremas que contengan alto contenido en urea o lactatos, ya que pueden irritar más la piel.

Disminuir la inflamación: para ello se suelen utilizar cortocoides tópicos, en forma de loción, crema, pomadas o ungüentos. Aunque utilizados de forma adecuada sus efectos secundarios son escasos, su uso continuado e indiscriminado (sobre todo en cara y en área del pañal) puede acarrear ciertos riesgos. Por ello, siempre se deben utilizar por indicación médica. Algunas recomendaciones generales a este respecto son:

Se deben utilizar durante cortos periodos de tiempo (en los brotes o reagudizaciones).

Inicialmente se suelen aplicar 1-2 veces al día, y luego ir espaciándolos.

No hay que aplicar una capa espesa, sino tomar una pequeña cantidad para extenderla en una capa fina sobre la piel a tratar, masajeándola suavemente para que penetre bien.

Eliminar el prurito (picor): los medicamentos más empleados para ello son los antihistamínicos, que también deben ser utilizados bajo prescripción médica. Estos medicamentos también son seguros en la infancia, aunque algunos pueden originar ligera somnolencia, efecto que incluso puede ser beneficioso en estos niños.

Otros tratamientos: la piel de estos niños es especialmente sensible a las infecciones por diferentes gérmenes (estafilococos, hongos y herpes). Su pediatra le indicará si es preciso asociar a su tratamiento habitual uno específico contra alguno de dichos gérmenes.

¿Qué consecuencias puede tener?

Es una afección sin gravedad, pero a menudo larga y compleja. Los tratamientos actuales son muy eficaces para controlar las crisis de eczema y permitir llevar a los niños una vida normal. Algunos de estos niños pueden tener asociadas otras enfermedades atópicas, como el asma o la rinoconjuntivitis alérgica.

Actualmente se sabe que es excepcional que desarrollen una catarata, como antes se pensaba, por lo que no es preciso hacer un seguimiento ocular específico. Cuando así ocurre aparece en la edad adulta.

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Categorías: Salud del niño, Enfermedades,
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