¿Por qué son importantes las enfermedades cardiovasculares?
La importancia de las enfermedades cardiovasculares ha sobrepasado el ámbito científico para formar parte del dominio popular. Por una parte, la influencia que tienen hábitos y estilos de vida perjudiciales sobre algunas de estas enfermedades, se encuentra permanentemente en los medios de comunicación. Además, es destacable que este grupo de enfermedades ocupa una posición central entre los problemas de salud de la población y particularmente entre los ancianos.
Si bien estas enfermedades están presentes en la edad adulta previa a la vejez, algunas de ellas como la insuficiencia cardiaca o la enfermedad coronaria se hacen más frecuentes con la edad avanzada. La mayor parte de los pacientes que las padecen son mayores de 65 años, por lo que probablemente haya que definirlas conjuntamente con las características propias de esta población.
Entre los ancianos las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de enfermedad y muerte. Además de esta gran mortalidad, producen una enorme morbilidad, causando un sin fin de ingresos hospitalarios y finalmente, pero no menos importante, son una fuente importante de incapacidad en esta población. Es fácil de entender esta incapacidad en una persona mayor limitada seriamente en su deambulación, movilidad y autonomía, por problemas respiratorios secundarios a su patología cardiaca.
¿Qué cambios se producen en el sistema cardiovascular con el envejecimiento?
Con el envejecimiento se producen una serie de cambios en la estructura y en el funcionamiento del corazón y de las arterias. Estos cambios disminuyen la capacidad de reserva del corazón, predisponen a la presencia de enfermedades y limitan la máxima capacidad de ejercicio.
Las arterias se engruesan y se vuelven más rígidas con los años favoreciéndose una forma de presión arterial a expensas de los valores sistólicos, muy frecuente entre los ancianos. Por otra parte, el corazón no puede alcanzar frecuencias cardiacas tan altas con el ejercicio como en la edad adulta, teniendo que recurrir a adaptaciones de su fisiología para intentar mantener un funcionamiento adecuado.
¿Cuáles son las enfermedades cardiovasculares más frecuentes en los ancianos?
Son múltiples las enfermedades del aparato circulatorio y del corazón que pueden aparecer en edades avanzadas. Tanto por su frecuencia como por su influencia en producir fragilidad e incapacidad en los ancianos, son de destacar las siguientes: Hipertensión Arterial; Insuficiencia Cardiaca; Cardiopatía isquémica y Arteriopatía periférica.
Cada una de ellas tendrá unas características diferentes en cuanto a su forma de incidir en la salud y capacidades de los mayores. La Hipertensión Arterial será el principal factor de riesgo cardiovascular en el anciano y por tanto incidirá directamente en la aparición del resto de las patologías cardiovasculares. La Cardiopatía Isquémica y la Insuficiencia Cardiaca son fuente directa de pérdida de autonomía, ingresos hospitalarios y muerte. La Arteriopatía Periférica puede terminar, tras limitar la deambulación del paciente, en la amputación de un miembro.
¿Qué supone padecer una Insuficiencia Cardiaca?
La insuficiencia cardiaca puede definirse como una alteración de la función del corazón, en la que éste es incapaz de bombear sangre de forma adecuada a las necesidades del organismo. En el anciano confluyen en la aparición de insuficiencia cardiaca tanto las enfermedades que van a llevar a ese fracaso del corazón como bomba, como los cambios producidos en el corazón con el envejecimiento. Cualquier patología del corazón con suficiente intensidad puede producirla aunque, la mayor parte de los ancianos con este problema padecen hipertensión arterial o una enfermedad coronaria que produce cardiopatía isquémica. La hipertensión condicionará una sobrecarga de esfuerzo del corazón y a su vez favorecerá la aparición de una enfermedad coronaria que puede dañar el músculo cardiaco. Son muchas otras las causas de insuficiencia cardiaca en el anciano aunque cabe destacar también las valvulopatías. En ellas, la alteración en la estructura y funcionalidad de una válvula cardiaca, como puede ser la estenosis aórtica o la insuficiencia mitral, pueden producir el que se padezca esta entidad.
La insuficiencia Cardiaca produce una sintomatología típica o clásica bien definida en los adultos y que también puede aparecer en los ancianos:
Disnea: que es una sensación subjetiva de disconfort respiratorio, en donde la respiración se hace consciente, dificultosa y desagradable. La disnea aparece con los esfuerzos como subir escaleras y progresar hasta estar presente incluso en reposo, o aparecer con el decúbito al acostarse en plano.
Edemas o acumulación de líquido en las partes declives como los tobillos o las piernas si se esta de pie.
Cansancio y fatiga muscular, por el mal funcionamiento de la función de bomba del corazón para llevar sangre a los músculos.
En los ancianos, sin embargo, en ocasiones la sintomatología es más larvada o atípica. Las manifestaciones anteriores pueden ser poco manifiestas en un anciano habitualmente sedentario, no apareciendo síntomas de esfuerzo y si síntomas atípicos como confusión, pérdida de apetito náuseas, insomnio, tos nocturna o micciones nocturnas frecuentes. La disnea de esfuerzo o la fatiga pueden ser debidas en el anciano a otras muchas causas, como enfermedades respiratorias, anemia, depresión o alteraciones del tiroides. Lo mismo puede pasar con los edemas.
La insuficiencia cardiaca es uno de los principales motivos de ingreso de un anciano en el hospital. Es una entidad que tiene un mal pronóstico a corto-medio plazo y condiciona numerosas recaídas y reingresos. A los cinco años tiene una gran mortalidad en este grupo de población. Su seguimiento y tratamiento adecuado mediante los fármacos disponibles, el tratamiento adecuado de las condiciones subyacentes (enfermedad valvular, patología coronaria, arritmias, etc), así como su prevención a partir de los factores de riesgo que pueden conducir a su aparición, son los ejes de la atención. Tanto a nivel de atención primaria en su seguimiento, como en los momentos en que se requiera atención especializada por su Cardiólogo o su Geriatra, se realizarán los esfuerzos necesarios para el control de esta enfermedad.
¿Qué es la Cardiopatía Isquémica?
La cardiopatía isquémica es una enfermedad cardiaca donde se produce un defecto de perfusión sanguínea del miocardio (que es como se llama al músculo cardiaco) debido a obstrucción de las arterias coronarias. Las consecuencias de esta falta de perfusión pueden ser en forma de dolor torácico como ocurre en la angina de pecho o en el infarto agudo de miocardio. La angina puede presentarse de forma brusca como en el infarto o de forma crónica desencadenada por un aumento de las demandas del corazón como ocurre en la angina de esfuerzo. La isquemia cardiaca puede tener también consecuencias no dolorosas como es el deterioro silencioso de ese músculo cardiaco, pudiendo hacer a ese corazón insuficiente. En su tratamiento existen diferentes combinaciones de medidas entre fármacos, procedimientos invasivos intervencionistas sobre las arterias coronarias e incluso su revascularización quirúrgica. Esto exige a veces procedimientos intensivos, con mayor número de complicaciones en los ancianos, sin que por ello no existan beneficios con los mismos.
La causa que subyace en la cardiopatía isquémica, en la mayor parte de las ocasiones, es la obstrucción de las arterias coronarias debido a la arteriosclerosis. Las placas de arteriosclerosis dificultan el flujo de sangre a través de ellas. Por tanto, es fundamental la prevención y tratamiento de los factores de riesgo asociados a su formación y progresión. Hablamos entre otros del tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, hiperlipidemias y obesidad.
De la importancia y frecuencia de esta enfermedad en los ancianos sobran datos. La enfermedad coronaria es probablemente la patología cardiovascular más frecuente en el anciano Es causa de muchas muertes además de producir incapacidad y graves limitaciones en la actividad normal de los pacientes. Baste decir que dos de cada tres infartos ocurren en mayores de 65 años.
Esta enfermedad es más grave, tiene peor pronóstico y presenta mayor número de complicaciones en este grupo de población. En ocasiones se presenta de forma atípica faltando las formas clásicas de dolor torácico, apareciendo en forma de dificultad respiratoria, cansancio, síntomas mentales como confusión o formas silentes de afectación cardiaca. Es frecuente que la crisis de cardiopatía isquémica se desencadene precipitada por la concurrencia o reagudización de otras enfermedades que presenta el anciano. En muchas ocasiones esta atipicidad dificulta su reconocimiento y provoca retrasos en acudir a recibir asistencia médica.
En resumen la enfermedad coronaria se puede manifestar en forma de angina, infarto, cuadros de insuficiencia cardiaca y a veces arritmias o muertes súbitas. En el anciano esta enfermedad tiene algunas particularidades en cuanto a su presentación atípica, peor pronóstico y la necesidad de un tratamiento individualizado atendiendo a las circunstancias de cada anciano (presencia de otras enfermedades, deterioro cognitivo, incapacidad, beneficios y riesgos de los procedimientos, etc). Sintetizando, deberemos atender a la edad biológica y no a la cronológica a la hora de tomar decisiones en cuanto a las medidas terapéuticas en cada caso.
¿Qué importancia tiene la Hipertensión Arterial?
La Hipertensión arterial se trata de forma detenida y especial en otro capítulo de esta serie. Es de destacar la importancia de esta enfermedad, de elevadísima frecuencia en la población anciana, como factor de riesgo para producir cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebrovascular con ictus y arteriopatía periférica. Por tanto, su tratamiento hace de él un factor prevenible.
Se han comentado los cambios en las arterias que se producen con el envejecimiento y la predisposición a padecer un tipo de Hipertensión llamada Hipertensión Sistólica Aislada, en la que están solamente elevadas las cifras de tensión arterial sistólica (conocida como "máxima"). El padecer esta hipertensión en los ancianos también supone padecer riesgo cardiovascular como el que se ha comentado.