Todos somos propensos a tener una fractura ósea en algún momento de nuestras vidas, ya que esta puede deberse a variadas situaciones de la vida como caídas, resbalones y accidentes, derivados de acciones comunes como caminar, jugar y conducir.
La etapa en la que mayormente se producen las fracturas es en la infancia, dado el alto nivel de actividad e inquietud asociadas a ella, pero también es cuando más rápido sanan. Los adultos, si bien pueden experimentarlas menos porque son más cuidadosos y responsables, son quienes más las sufren, debido al largo período de recuperación que pueden conllevar.
Una de las cosas más curiosas de estas dolencias es que se producen rápidamente, muchas veces sin que la persona se percate, lo cual no es proporcional con el dolor que desatan y el tiempo que requieren para su desaparición. Precisamente este último elemento, la recuperación, puede ser el más traumático de las fracturas óseas debido a su prolongación en el tiempo.
No obstante, existen algunas claves que pueden contribuir a que sea más rápida, efectiva y llevadera.
Acciones inmediatas a la fractura
Inmediatamente tras producirse una fractura ósea, se le deben practicar tres acciones fundamentales –una o varias de ellas- en dependencia del nivel de gravedad. Esas tres acciones son la reducción, el enyesado y la intervención quirúrgica.
La primera de ellas está definida por ese movimiento brusco pero coordinado que se aplica sobre el hueso fracturado para llevarlo nuevamente a su sitio, y que tanto debes haber visto en películas y seriales.
El movimiento, que siempre debe hacerlo alguien capacitado para ello, provoca un dolor fuertísimo en el afectado, pero tras su aplicación sobreviene una sensación relativa de alivio que hace más fácil el colocar el yeso.
El enyesado consiste en colocar un yeso que inmovilice el área del hueso fracturado, lo cual facilita y acelera su soldadura o recuperación. El yeso se debe colocar lo más recto posible, para que la soldadura sea adecuada y natural.
Atendiendo a la gravedad, la fractura puede conllevar solo un yeso o primero una operación que la repare, a veces consistente en la introducción de placas de metal quirúrgico que fijen permanentemente el hueso, para luego ser complementada con un yeso que garantice los resultados deseados.
Claves para el cuidado del yeso y la recuperación
Para la claves hemos consultado a la plataforma online de salud Doctuo, que cuenta con traumatólogos expertos en Barcelona y en otras ciudades de España, y éstas son los consejos que nos han dado.
- Una vez enyesada la parte del cuerpo que contiene el hueso fracturado, se recomienda mantenerla en alto siempre que se pueda, sobre todo cuando se está acostado, con el fin de mitigar la inflamación. Para ello podemos valernos de una almohada, o cualquier otra cosa que nos permita elevar el yeso cómodamente y sin cansarnos. Si el yeso estuviese en un brazo, lo ideal y más frecuente es utilizar un cabestrillo para sostenerlo descansadamente.
- Para el mismo objetivo de reducir lo más rápido posible la hinchazón podemos también poner una bolsa de hielo en la zona afectada, varias veces en el día durante algunos minutos. Es importante que esta crioterapia se haga con una bolsa y no con hielo directo para evitar que las gotas de agua fluyan al interior del yeso e impacten directamente en el área dañada, que al estar permanentemente tapada, si es sometida a condiciones de humedad, puede generar hongos u otros padecimientos indeseables.
- En este sentido es oportuno destacar que no todos los yesos ni las férulas son impermeables y que por ende es de vital importancia para su conservación, hasta el final de la recuperación, que permanezcan secos. Para conseguirlo sin grandes dificultades se recomienda recubrir el yeso con un nylon o bolsa plástica durante el baño. Entiende que si este componente se moja pierde en dureza, lo cual atenta contra su función de mantener inmovilizado el hueso hasta que suelde.
- Aunque no se moje, por algún golpe o simple degradación el yeso puede tener desgarros o partes flojas. Si esto nos sucediese, debemos acudir al médico rápidamente para que valore si es precisa una sustitución.
- Algo común mientras se tiene un yeso es la picazón que se produce en la piel que tapa. Cuando esto sucede, por mucho placer que nos produzca, debemos evitar introducir objetos para rascarnos, así como untar cremas, talcos o aceites, que bien pueden generar una infección.
- Por último, lo más importante para cuidar nuestro yeso y garantizar una rápida recuperación son la disciplina en el tratamiento y la paciencia. Con ambas, la recuperación será siempre más rápida que cuando nos desesperamos y actuamos por nuestra cuenta.