¿Qué se entiende por Violencia Doméstica?
Por violencia doméstica nos referimos al maltrato habitual de tipo psicológico, sexual o físico que una persona profiere a otra en el ámbito familiar. Según esta definición el maltrato se puede producir a niños, mujeres, ancianos u hombres. En este artículo nos vamos a ceñir a los casos de mujeres maltratadas, dada la atención social que esta problemática está suscitando en los últimos años.
La violencia doméstica constituye un problema mundial, sin fronteras, que afecta a millones de mujeres, según revelan los informes de diversos organismos internacionales como UNICEF o la ONU. En función de los datos actuales, se estima que alrededor de 400.000 mujeres podrían ser víctimas de malos tratos físicos en España, si bien, y considerando las circunstancias que rodean a la mujer maltratada, esta cifra podría ser muy inferior a la real.
De los tres tipos de malos tratos a los que nos hemos referido, el físico es el más evidente. Entre otras acciones el agresor puede golpear, tirar del pelo y agredir con objetos a la mujer.
El maltrato psicológico aparece, por lo general, antes del físico. Comienza con insultos, prosigue con intimidaciones, desprecios y, en última instancia, con el aislamiento de la víctima, hasta llegar a convencerla de que es merecedora de las agresiones que pueda recibir, con lo que el agresor se asegura de que la agredida no comunicará lo que sucede o la situación que padece. Muchas víctimas de la violencia doméstica definen este tipo de maltrato como peor que el físico. Los cardenales y los golpes desaparecen con el tiempo, las cicatrices del maltrato psicológico pueden no desaparecer nunca.
Entendemos por violencia sexual la imposición por una de las partes de la pareja sobre la otra, mediante intimidación o agresión, de la realización del acto sexual en cualesquiera de sus formas. Otras formas de coartar la libertad sexual que se pueden cometer con cierta frecuencia son: obligarla a tomar o no tomar anticonceptivos; someterse, o no, a abortos, etc.
¿Qué tipo de mujer puede ser objeto de malos tratos?
Las mujeres objeto de violencia doméstica pueden pertenecer a cualquier cultura, religión o grupo de edad y disponer, o no, de ingresos. Tampoco existe un mayor número de víctimas en un estatus social determinado.
La violencia doméstica puede presentarse, independientemente de la situación social y de relación en la que se encuentra la pareja. De tal forma, las parejas en las que se presenta este tipo de conducta pueden estar expuestas al "acontecimiento violento", tanto durante el noviazgo como en el matrimonio, o incluso, una vez separados o divorciados. Si bien la agresión se puede presentar en cualquiera de estas fases, cuando aparecen en una fase inicial (por ejemplo en el noviazgo), reaparece o se manifiesta de nuevo en las siguientes.
En los casos de los maltratadores más violentos, los malos tratos físicos comienzan durante el embarazo.
Algunas mujeres podrían tener problemas de autoestima anteriores a su relación con el agresor o provenir de hogares desestructurados, donde ya sus madres fueron víctimas de agresiones, lo que hace que ellas lleguen a esta situación por no detectar las fases agresivas iniciales.
Como producto de la situación por la que han pasado, parecen tener en común sentimientos de miedo, impotencia, aislamiento, culpa y vergüenza.
¿Por qué toleran durante años esta situación?
El maltratador procura que la persona agredida dependa tanto económica como anímicamente de él. Bien con amenazas directas, agresiones o por la compleja sensación de dependencia que crea en la víctima, se asegura de convencerla de que no existe escapatoria posible. Y no sólo la convence, sino que se encarga de demostrárselo, frustrando cualquier iniciativa de solicitud ayuda o escape a su control. Finalmente, logra que la mujer "aprenda" que cualquier intento por evitar la situación de maltrato es inútil.
Imagínese el lector a una persona que permanece en casa las 24 horas del día. No sale a trabajar y nadie la llama pues ya no tiene amigos. La familia tampoco tiene mucho contacto con ella. Cuando sale a la compra no se puede entretener pues él controla sus movimientos, o le da tiempos limitados para que lo haga. Tiene que tener la casa perfecta, la comida a su hora, y ésta no se puede quemar, o estar fría, pues "cualquier error que ella cometa" desencadenará las conductas agresivas de su compañero. Aún así, tras pasarse todo el día intentando evitar que algo le pueda molestar cuando llegue a casa, él encontrará una excusa. Quizá al partir el pan una miga ha caído en su vaso, o el niño no se come la comida lo suficientemente rápido o lo suficientemente despacio…Ella no lo controla, no lo puede prever o evitar, sólo puede esperar que suceda…Que él salte…Por lo que aunque no ocurra nada, el miedo a que suceda algo es constante. La tensión se palpa en el ambiente. Y, finalmente…, sucede.
El agresor se encarga de recordarle sensaciones, situaciones o miedos como los siguientes:
Legalmente él se quedará con los niños, ¿cómo va a pagar ella a los abogados?
Su religión o sus creencias dicen que debe servir a su marido: ¿va a traicionarlas?
¿Crees que el juez te va a creer?
En los casos en los que la mujer es de otra nacionalidad, se la puede amenazar con que la van expulsar o va a perder la residencia.
En otras situaciones la dependencia es puramente afectiva. La persona agredida tiene una falsa idea de lo que es el amor, y entiende estas explosiones de ira como afecto. Excusa el comportamiento de su pareja, dice que vuelve con él porque le quiere y porque él la necesita.
Otras veces es la propia familia de la víctima la que la anima a permanecer en esa situación, excusando el comportamiento del agresor en una mala racha, un mal momento, una situación difícil. Él les resulta encantador, sacrificado, sumamente preocupado por su hija y su familia, pero es que ella le provoca…
Como resultado, la víctima actúa de la forma que considera mejor para su seguridad y la de sus hijos: se queda con el agresor. Abandonarle requiere un valor que ellas no son capaces de encontrar. Sólo cuando en el transcurso de una pelea la víctima se ha visto al borde de la muerte, se decide a denunciar.
¿Cómo es el agresor?
Los agresores suelen tener en común una baja autoestima, lo que les produce frustración y la forma de aliviar su frustración es ser agresivos. Creen firmemente que ejercer poder o control sobre la mujer les hace más "machos". Cualquier gesto, comentario o actitud que ellos consideren que puede disminuir su autoridad o dignidad, será respondido con violencia.
Son personas que no van a cambiar. Necesitan ayuda, pero no lo reconocen ni lo van a aceptar jamás. Consideran que el problema lo tienen ellas.
Un grupo de psicólogos de la Universidad de Arkansas, dirigidos por Jeffrey Lohr, dedicados al estudio de la violencia doméstica, distingue tres tipos de hombres que agreden a sus parejas:
Aquellos con bastantes características psicopáticas, que muestran una profunda falta de compasión y un escaso control de sus impulsos. Con frecuencia tienen problemas con la ley, tienden a abusar de las drogas y el alcohol y sufrieron abusos en su niñez.
Hombres sin desórdenes de personalidad específicos, ni tendencias psicópatas, pero que parecen estar constantemente enfadados y ser infelices. También tienen problemas de abuso de substancias y cuentan con una larga historia criminal.
El último prototipo es el hombre que no parece tener ninguna anomalía en su personalidad y que reserva el uso de la violencia a la intimidad del hogar. Son personas "encantadoras" en su trabajo, con los familiares, los amigos y los vecinos, pero en su casa se convierten en agresivos.