En los últimos veinte años, los piercings en general y los de la boca en particular se han vuelto más populares, especialmente entre los jóvenes. Cada vez son más las personas que se agujerean las mejillas, los labios o la lengua por motivos estéticos y se exponen a ciertos efectos que pueden durar toda la vida y que no deben dejarse de lado.
Probablemente el piercing en la boca más popular sea el de la lengua. Este implica tener una pequeña barra de metal inserida en el medio de la lengua, lo que es especialmente peligroso por varias razones. La lengua es un músculo que contiene vasos sanguíneos importantes. Cuando se le coloca un objeto foráneo, se corre el riesgo de exponer estos vasos sanguíneos a abundantes bacterias que viven en la boca. Y en caso de sufrir una infección, esta se puede escampar por todo el cuerpo al transmitirse por vasos sanguíneos principales.
Además del importante problema que supone la infección, el piercing oral comporta muchas amenazas a la salud del portador. Uno de los efectos secundarios más comunes del piercing de lengua es la inflamación de la lengua, lo que solo suele durar unos días pero conlleva el riesgo de bloquear las vías respiratorias. Otro efecto secundario provocado por el piercing es un dolor ardiente y la sobreproducción de saliva.
Más allá del daño que pueden provocar en la salud general de las personas, los piercings orales también pueden dañar la boca en sí misma. Y es que cuando llevas un piercing, tienes una pieza de joyería en la boca que está continuamente rozando tus dientes y encías. Esto puede provocar el astillamento o rotura de algún diente, así como el desgaste de las encías. Por este motivo muchas personas que llevan piercings orales muchos años se encuentran con la necesidad de recibir empastes, coronas, tratamientos endodónticos o incluso cirugía oral para reparar todo el daño que estos les pueden hacer.
En definitiva, los piercings orales pueden provocar infecciones locales que pueden afectar el resto del cuerpo, sangrado prolongado, dolor e hinchazón, rotura de los dientes, lesiones de las encías einterferencias en las funciones orales.
Por estos motivos, si tienes un piercing oral o lo tuviste en el pasado, te recomendamos que acudas a la clínica dental para que el dentista pueda examinar el estado de tu boca, evaluar sus posibles daños y prevenir los futuros riesgos. No hace falta decir que la mejor solución para evitar todos estos efectos negativos es quitarse el piercing, pero en caso de querer mantenerlo debes tener muy en cuenta tu salud oral.