Introducción al cáncer de mama
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer, le siguen el de colon, pulmón, útero y ovarios. Es el cáncer más temido debido a su elevada frecuencia, la incidencia está creciendo ya que 1 de cada 9 mujeres desarrolla un cáncer de mama a lo largo de su vida, y porque todavía la comunidad científica no sabe como prevenirlo y el tratamiento, a menudo incluye la pérdida de un pecho.
El 80-90% de los cánceres de mama se originan en los conductos de leche que llegan hasta el pezón y se les llama carcinomas ductales. Cuando están localizados en el conducto pero sin atravesar su pared hablamos de carcinoma intraductal in situ y cuando atraviesan la pared e invaden a los tejidos de alrededor se denominan carcinomas ductales invasivos.
Los carcinomas lobulillares se originan en las glándulas productoras de leche y representan el 5% de los cánceres de la mama.
Es importante que conozcas que existen una serie de factores de riesgo que, aunque no son determinantes para el desarrollo de un cáncer de mama, sí pueden favorecer su aparición.
El mejor tratamiento del cáncer de mama es conseguir diagnosticarlo lo más precozmente posible, en estadios in situ (sin extensión a otros tejidos), ya que hoy por hoy, no podemos evitar que aparezca.
La mamografía es la técnica más precisa para detectar el cáncer de mama en estadio precoz, nos ayuda a definir ciertos trastornos benignos y es la clave para disminuir la mortalidad por cáncer de mama. Es el único método capaz de detectar microcalcificaciones o asimetrías en las mamas que puedan relacionarse con lesiones malignas.
La Sociedad Americana del Cáncer, la Asociación Médica Americana y el Colegio Americano de Radiólogos, aconsejan la realización de la primera mamografía a los 35 años de edad; entre los 40 y 50 años, una mamografía cada 1-3 años; después de los 50 años, anualmente.
Los ultrasonidos no son útiles como prueba de detección precoz del cáncer de mama pero es una técnica que tiene valor para distinguir las lesiones quísticas de las sólidas, en especial cuando éstas no son palpables.
¿Qué puede predisponer al cáncer de mama?
Factores de riesgo del cáncer de mama:
La edad: Al margen de ser mujer, primer y principal factor de riesgo, tu edad es el factor de riesgo más importante ya que más del 75% de los cánceres de mama se diagnostican después de la menopausia.
Conforme van pasando los años el riesgo aumenta. Sin embargo, en estos últimos años se está observando la aparición de cáncer de mama en edades más tempranas. De hecho, se recomienda que la primera mamografía se realice a los 40 años.
Los genes: Si tu abuela, madre o hermana, han tenido o tienen cáncer de mama, tu riesgo es algo mayor, de 2 as 3 veces superior. Si tanto tu madre como tu hermana tienen cáncer de mama, vas a tener un riesgo 50 % superior de tener cáncer de mama que otra mujer sin estos antecedentes familiares. Sin embargo, este riesgo aumentado no significa que necesariamente las mujeres con antecedentes familiares directos de cáncer de mama vayan a padecerlo. Lo más importante es que las mamas de estas mujeres sean vigiladas estrechamente de forma periódica.
Número de embarazos e historia menstrual: Existe un ligero aumento del riesgo de cáncer de mama en las mujeres que no han tenido hijos o, si los han tenido, ha sido después de los 30 años y en aquellas que no han dado de mamar.Asimismo, el riesgo aumenta si tu primera regla ha sido temprana, o no has dejado de menstruar hasta los 53-55 años.
Por el contrario, las mujeres que han perdido la menstruación antes de los 40 años, es decir, que han tenido una menopausia adelantada ya sea espontánea o secundaria a cirugía, tienen un menor riesgo de padecer cáncer de mama. Sin embargo, no nos olvidemos que debido a esta menopausia precoz tendrán mayor riesgo de padecer osteoporosis y enfermedades cardiovasculares.
Peso: Es importante que las mujeres sepan que el sobrepeso y la obesidad, sobre todo, después de la menopausia, pueden ser perjudiciales para la mama así como un exceso de grasa en el abdomen y la cintura.
En el tejido adiposo los andrógenos de la mujer son convertidos a estrógenos; cuando existe un exceso de grasa, esta conversión aumenta, los niveles de estrógenos endógenos son más altos y pueden favorecer que el riesgo aumente.
Las mujeres gorditas tienen que ser conscientes de la necesidad de perder peso, fundamentalmente las que presentan otros factores predisponentes como antecedentes familiares de cáncer de mama, ya que eliminarían un factor de riesgo y esto implicaría una reducción de su riesgo de padecer cáncer de mama.
Dieta: Un reciente informe elaborado por el Fondo Mundial de Investigación del Cáncer en colaboración con el Instituto Americano de Investigación del Cáncer señala que entre un 30 y un 40% de los nuevos casos de cáncer que se diagnostican al año se podrían evitar realizando cambios en la dieta.
Cada vez tenemos más claro que las mujeres que consumen una dieta rica en grasas animales y pobre en vegetales, frutas y pescado tienen una mayor frecuencia de molestias mamarias y de patología mamaria.
Por otro lado, existe un aumento de los problemas mamarios en las mujeres fumadoras y en las que consumen un exceso de bebidas con cola o cafeína.
Estrógenos:
Píldora: Los trabajos desarrollados hasta la actualidad no demuestran un aumento del cáncer de mama en la mayoría de las mujeres que han tomado anticonceptivos orales. Sólo se ha encontrado un aumento del riesgo en un grupo de mujeres menores de 45 años que han usado anticonceptivos orales durante más de 8 años, habiendo iniciado su uso a edades tempranas.
Terapia hormonal sustitutiva: El tratamiento con estrógenos en la menopausia o no aumenta el riesgo de cáncer de mama o éste es muy pequeño tras más de 10 años de utilización. Además, no ha podido demostrarse un aumento de la mortalidad por cáncer de mama en las mujeres usuarias de tratamiento estrogénico en la menopausia.
El hecho de que el tratamiento de sustitución con estrógenos pueda tener relación con el cáncer de mama, ha sido debatido durante muchos años. Existen informes recientes que indican que los estrógenos aumentan muy ligeramente el riesgo de cáncer de mama; otros, sin embargo, no encuentran una clara relación. Por otra parte, varias investigaciones nos muestran que el administrar progestágenos junto con los estrógenos, no tiene un efecto protector sobre la aparición del cáncer de mama, incluso puede ser potencialmente perjudicial.
Todos estos hechos nos indican que sobre este aspecto de la terapia hormonal sustitutiva y cáncer de mama, no está dicha, ni mucho menos la última palabra, por lo que debemos ser extremadamente cautos sobre este tema.
Alcohol: La ingesta de alcohol aumenta el riesgo, sobre todo, en mujeres antes de la menopausia y que beben más de tres copas al día.
Ejercicio: La práctica de ejercicio habitual protege del cáncer de mama. Las mujeres atléticas tienen la mitad del riesgo de cáncer de mama que las mujeres sedentarias.
Implantes mamarios de silicona: No ha sido demostrado que los implantes de silicona aumenten el riesgo de cáncer de mama. El inconveniente de las prótesis es que al comprimir el tejido mamario hace que la interpretación de la mamografía sea mucho más difícil. En casos de dudas, la resonancia magnética nuclear podría ayudar.