La planta del tabaco. Composición de la hoja.
La planta del tabaco pertenece a la familia de las Solanáceas, dentro del género Nicotiana, existen sesenta y cinco especies, una de las cuales, es la nicotiana tabacum, que a su vez tiene cuatro variedades: Brasilensis, Havanensis, Virginica y Púrpurea. De cada una de estas variedades, así como del modo de cultivo, forma de curado y fermentación y del proceso industrial de fabricación, dependen los diferentes tipos de tabaco que se comercializan.
La planta es originaria de América, desde donde la trajeron los colonizadores españoles a Europa, donde hasta entonces era desconocida. Es una herbácea, de una altura de 1,5-2 metros, de cosecha anual, de tallo cilíndrico, con hojas alternas que disminuyen de tamaño desde la base hasta el vértice del tallo. Posee una gran capacidad de adaptación al medio ambiente, lo que hace que pueda cultivarse en casi todos los países del mundo.
España, ocupa el tercer lugar en Europa, detrás de Italia y Grecia, en lo que se refiere a la producción de tabaco (aproximadamente el 90% de cultiva en Extremadura), cosechando 42.300 Toneladas al año. A nivel mundial, la producción europea representa algo más del 5% del total. La mayor parte del tabaco que se consume en Europa, procede de China (37%), del resto de países asiáticos (20%) y de Estados Unidos de América (15%).
Una vez recogida la hoja de la planta, pasa por las etapas de curado, fermentación e industrialización, mediante las cuáles se la deseca, transformándose en el producto apto para el consumo y se somete a manipulaciones que le dan las propiedades definitivas de cada una de las modalidades comerciales (cigarrillos, picadura, cigarrillo rubio o negro, rapé).
En general, se puede considerar que la hoja del tabaco está constituida por dos componentes esenciales: el agua y la materia seca. El agua representa mas del 80% del peso total de la hoja antes de ser cortada y un 18% después del curado. La materia seca o ceniza está formada por compuestos orgánicos (75%-89%) e inorgánicos (11-25%) muy variados.
Componentes del humo del tabaco
El conocimiento de la composición exacta del humo del tabaco continúa siendo un enigma para los investigadores. Se cree que existen cerca de 4.000 sustancias, en el momento actual no ha podido ser elaborada la relación completa de componentes originarios en la planta y los que se forman y transforman en el proceso de la combustión durante el acto de fumar.
Si exceptuamos el uso en forma de rapé (tabaco en polvo esnifado) o por masticación (tabaco de mascar), el tabaco suele consumirse mediante la combustión en forma de cigarro puro, pipa, o lo que es mas frecuente en la actualidad: el cigarrillo.
La combustión del cigarrillo durante el acto de fumar va aumentando progresivamente su nivel de toxicidad. El primer tercio del cigarrillo es la parte menos dañina, el segundo tercio posee una nocividad intermedia y el último tercio es la parte, sin duda, más tóxica, porque la propia dirección de la columna de humo arrastra y deposita en la parte anterior del filtro, una gran parte de los productos ya volatilizados y transformados en el momento de la combustión, condensándolos y almacenándolos, de manera que la parte del cigarrillo mas cercana al fumador (último tercio) es la mas dañina, sobre todo en el contenido de alquitrán.
Las diferentes longitudes de la colilla determinan que la penetración de las sustancias perjudiciales dentro del pulmón del fumador varíe de forma importante, no hay que olvidar que en la zona más próxima al filtro es donde se condensa y almacena mayor proporción de alquitranes y nicotina. Además la duración de las chupadas y su intensidad o profundidad en la inhalación del humo también influye. Aquellos fumadores que apuran mas el cigarrillo y absorben el humo mas intensamente manteniendo el humo mas tiempo en el pulmón, son los que sin duda padecerán mas enfermedades derivadas del consumo del tabaco.
Del proceso de combustión del cigarrillo, se origina el humo del tabaco, ya sea por aspiración directa del fumador (corriente principal) ó por combustión espontánea (corriente lateral o secundaria). El humo es el que, por un lado, origina las sensaciones del gusto (sabor) y aroma (olfato) y por otro, es el responsable de los efectos sobre los distintos aparatos y sistemas orgánicos del fumador activo o pasivo.
El humo es un aerosol constituido por una fase gaseosa en la que se hallan suspendidas más de 3.000 millones de partículas cuyo diámetro oscila entre 0,1-1 micras. De entre cerca de los 4.000 componentes del humo aislados hasta ahora, unos 400-500 se hallan en la fase gaseosa y el resto en la fase de partículas. Los elementos mas importantes en la primera son el monóxido de carbono (CO), el anhídrido carbónico, el óxido de nitrogeno, el amoníaco, diversas nitrosaminas volátiles, aldehídos y cetonas. Los constituyentes mas relevantes de la fase de partículas son la nicotina, el agua y el alquitrán, el cuál no es otra cosa que el residuo que queda tras la extracción del agua y la nicotina de dicha fase particulada. Los alquitranes contienen un gran número de compuestos entre los que destacan los hidrocarburos aromáticos policíclicos, diversos metales, elementos radioactivos, fenoles y nitrosaminas volátiles.
Desde el punto de vista sanitario, los componentes tóxicos del humo del tabaco que a nosotros mas nos interesan pueden agruparse en:
La nicotina
El contenido de nicotina es quizás la mayor preocupación del fabricante dentro de la compleja elaboración del tabaco como planta fumable, porque saben, por un lado, que esta sustancia es la creadora de la dependencia en el individuo fumador. La nicotina es un alcaloide básico en la constitución del tabaco, y es quién determina fundamentalmente la calidad de una especie cultivada.
La nicotina es el principal alcaloide del humo y el determinante de la dependencia farmacológica, es uno de los pocos alcaloides no oxigenados, y es incolora, oleaginosa, volátil e intensamente alcalina, se cree que es la sustancia responsable del sabor característico del tabaco. Durante la combustión del cigarrillo, la nicotina se destruye en un 35%, otro 35% va a parar al humo ambiental, el 22% se inhala a través de la corriente principal y el restante 8% se retiene en la porción no consumida del cigarrillo.
En su forma ionizada, la que predomina a pH ácido, la nicotina atraviesa con dificultad las barreras celulares, mientras que en estado de base libre, cuando el pH es alcalino, lo hace con extrema facilidad. Este es el motivo por el cuál, la nicotina del humo del puro o de la pipa que tiene un pH de aproximadamente 8,6 (alcalino), se absorbe con rapidez a través de la mucosa oral, mientras que el humo del cigarrillo, que tiene un pH alrededor de 5,5 (ácido), se absorbe en un 90% a través de los pulmones. Esto explicaría por qué los fumadores de puro y pipa no suelen tragarse el humo, al contrario que los de cigarrillos que si precisan inhalar el humo para alcanzar sus efectos.
Cuando la nicotina se absorbe a través del pulmón, llega en primer lugar al cerebro, en unos 8 segundos. No existe ninguna otra droga, ni aún administrada por vía intravenosa que desencadene sus efectos a nivel del sistema nervioso central con tanta rápidez como lo hace la nicotina a través del humo del cigarrillo, de ahí que los investigadores coincidan en afirmar que en esta propiedad radique en gran parte su capacidad de generar adicción: efecto máximo en el menor tiempo posible.
El mecanismo de acción de la nicotina es muy complejo, habiendo sido objeto de numerosísimos trabajos farmacológicos, por su similitud estructural con la Acetil-colina, actúa sobre los mismos receptores originando una estimulación ganglionar y una desensibilización posterior. La acción de la nicotina sobre el sistema nervioso esta estrechamente relacionada con los procesos de refuerzo, es decir, los que se denominan "circuitos de recompensa" que influyen en los estados de animo y en las sensaciones placenteras, ligados al abuso de otras sustancias (heroína, cocaína), incluida la adicción a la nicotina.
Cuando una persona consume una sustancia que estimula este sistema, tendrá un aumento de su sensación de placer, lo que desencadenará que el individuo tenga deseo por la readministración de dicha sustancia, este es el mecanismo fisiológico para la aparición de la dependencia. Debido a esto, cuando un fumador deja de fumar, sufrirá el síndrome de abstinencia a la nicotina, de ahí que esta sustancia esté considerada como la causante de la dependencia y como uno de los factores más importantes de la adicción y del mantenimiento del consumo de tabaco entre los fumadores que quieren abandonar el tabaco.
En resumen, los efectos de la nicotina sobre el organismo se pueden esquematizar en:
Monóxido de carbono
El monóxido de carbono (CO) es uno de los componentes del humo del tabaco más importante en cuanto a las repercusiones sobre el organismo. Es un gas incoloro, muy venenoso, de elevado poder tóxico, que se produce durante la combustión del tabaco, siendo su cantidad mayor cuando la labor fumada es el cigarrillo, porque el papel de envoltura es una fuente importante de producción añadida de CO.
El CO ambiental procede de la combustión incompleta de materias carbonosas, siendo los vehículos de motor la fuente más importante en la práctica. El automóvil es sin duda la fuente más abundante de emisión de CO, de manera que las concentraciones de este gas alcanzan niveles de 50-150 ppm (partes por millón) en aparcamientos poco ventilados, y cotas de hasta 400 ppm en grandes ciudades con tráfico intenso, humos de calefacción y ausencia de vientos.
En las áreas urbanas puede haber una concentración ambiental de CO de entre 9-15 ppm, con picos de 30-60 ppm. Concentraciones de hasta 15 ppm no presentan ningún riesgo para la salud, este sólo es perceptible a partir de una concentración de 50 ppm.
El monóxido de carbono al ser inhalado en los pulmones pasa a la sangre dificulta el transporte de oxigeno, impidiendo que el oxigeno llegue a las células, no permitiendo que estas ejerzan sus funciones con normalidad. Este es el hecho transcendental, del que derivan todas las acciones perjudiciales del CO sobre el organismo. El CO es un generador importante de hipoxemia (carencia de oxígeno) que agrava la isquemia miocardica en los pacientes con insuficiencia coronaria.
Además el CO disminuye la adecuada oxigenación de la pared vascular, aumenta la permeabilidad de los lipidos (grasas circulantes) para depositarse y formar placas de ateroma, aumenta el número de globulos rojos en la sangre (poliglobulia) con incremento de la adhesividad y agregación de las plaquetas, esto explica la importante participación del CO en el origen de la arteriosclerosis y la aparición de la patologia cardiovascular.
Alquitrán
Los carcinógenos son los componentes del humo del tabaco relacionados con la aparición de los diversos cánceres asociados al hábito tabáquico e incluyen un gran número de sustancias contenidas básicamente en fase de partículas, y más concretamente en el alquitrán.
Del grupo de sustancias con actividad carcinogénica contenidas en el humo del tabaco, las mejor estudiadas son los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), el formaldehido-acetaldehido, las nitrosaminas, los elementos radioactivos, el arsénico, los aditivos y contaminantes, y un grupo residual muy heterogéneo. Los HAP constituyen un grupo muy amplio de compuestos, sin duda el más directamente implicado ha sido el 3-4 benzopireno, tras los numerosos estudios experimentales llevados a cabo. Las nitrosaminas, tanto las volátiles como las no volátiles poseen una actividad carcinogénica reconocida.
En cuanto a los elementos radioactivos del tabaco, son muy numerosos, destacando especialmente el radio, torio, plomo-210, polonio-210, carbono-14 y potasio-40. Finalmente por lo que se refiere a los aditivos y contaminantes implicados, los mas importantes son los nitratos, insecticidas, humidificantes y modificadores del gusto.
En general se acepta que no suele haber nunca una única sustancia responsable del efecto carcinogénico, sino que son diversas las que actúan a través de distintos mecanismos fisiopatológicos. Todavía, desafortunadamente, no es enteramente posible identificar quiénes son los fumadores con mayor riesgo para desarrollar cáncer de pulmón.
Sin embargo es probable que el efecto del tabaco sea favorecido por factores dependientes del propio individuo y factores medioambientales. Lo que está claro es que mientras más tiempo haya estado fumando una persona, y mientras más paquetes de cigarrillos fume el día, mayor será el riesgo de padecer cáncer de pulmón.
Oxidantes e irritantes
Finalmente, por lo que se refiere a los componentes irritantes (oxidantes) del humo del tabaco, se encuentran indistintamente en la fase gaseosa y en la de partículas, siendo los mas importantes, los fenoles, los ácidos orgánicos, la benzoquinona, acroleina, aldehídos, peróxido de hidrogeno, ácido cianhídrico y el amoníaco.
Ni que decir tiene que tales sustancias, son las responsables de los fenómenos irritativos a nivel de la mucosa de las vías respiratorias y de otras zonas corporales, como la pituitaria (nariz) o la conjuntiva (ojos).
Por último, cada vez tienen mas interés los radicales libres contenidos en las fases gaseosa y particulada del humo del tabaco, por sus acciones a nivel del aparato respiratorio, circulatorio y en la aparición de tumores.
En fase gaseosa, los radicales se encuentran en forma orgánica e inorgánica, siendo los más importantes, los óxidos de nitrogeno, las olefinas y los dienes. En fase de partículas y concretamente en el alquitrán, los más importantes son los polifenoles y la semiquinona. Unos y otros se combinan con el oxígeno para formar óxido y superóxido radicales, así como otras especies de oxígeno, altamente tóxicos para los tejidos orgánicos.
El pulmón humano cuenta con la superficie más grande del organismo en contacto con el medio ambiente, lo que supone que está continuamente expuesto a diferentes elementos procedentes de la contaminación ambiental y microorganismos potencialmente patógenos. A pesar de todo ello, el aparato respiratorio se mantiene estéril gracias a un complejo sistema de defensa que incluye barreras anatómicas, mecánicas, humorales y celulares. Cuando una o varias de estas líneas defensivas no funciona correctamente, el tamaño del contaminante es excesivo, o el microorganismo es especialmente virulento, se produce la infección respiratoria. En este sentido, el consumo de cigarrillos se ha relacionado con un aumento de incidencia y la gravedad de las infecciones respiratorias, siendo uno de sus factores de riesgo mas frecuente y extendido.
El consumo de tabaco se ha convertido en el factor de riesgo fundamental para el desarrollo de la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) con una relación causal evidentemente establecida y que el abandono del tabaco mejora el pronóstico de la enfermedad, cuyos síntomas principales son la tos, aumento de la producción de esputo, disnea (sensación de falta de aire) y deterioro progresivo de la capacidad pulmonar. Al dejar de fumar disminuye rápidamente la tos y la expectoración así mismo se frena la caída de la función pulmonar. Los beneficios del abandono del tabaco se consiguen incluso a edades avanzadas y en fases muy evolucionadas de la enfermedad.