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DislexiaDislexia, más que un problema infantil de aprendizaje

Personajes de la historia tan importantes como Albert Einstein, Thomas A. Edison, Alexander Graham Bell o Leonardo da Vinci, tuvieron en común una cosa: todos padecieron dislexia, un trastorno crónico que se estima que afecta a uno de cada diez niños, aunque muchos de ellos no son diagnosticados.

La dislexia es una dificultad específica para aprender a leer y escribir que se caracteriza por una pérdida parcial en la capacidad de la lectura y en ocasiones de la escritura. Se manifiesta mediante gran variedad de síntomas que aparecen debidos a un problema de ordenación que el cerebro hace de la información que le llega por escrito, llevándole en ocasiones a la confusión, y a reaccionar de una forma peculiar.

Su incidencia en la población se estima en un 10 por ciento, con un 4 por ciento de extremadamente disléxicos y un 6 por ciento de mediana o moderadamente disléxicos, y se trata de un trastorno que acompaña durante toda la vida a quien lo padece.

Los niños disléxicos tienen una capacidad intelectual media o por encima de la media, aunque la dificultad en la comprensión de los escritos les acarrea un retraso de aprendizaje con respecto al resto de sus compañeros.

Lo normal es que el problema no se diagnostique antes de los ocho años, aunque los expertos señalan que ya a los cuatro o cinco años hay una serie de síntomas que pueden servir de indicadores de alarma para los padres y profesores. En cualquier caso, los expertos destacan que es aconsejable esperar un tiempo para establecer el diagnóstico, ya que en muchas ocasiones estos signos no acaban en este trastorno.

Estas “señales” son aquellas que están relacionadas con el nivel de comprensión y lenguaje del niño ya que, es habitual que a los cuatro años un niño hable con fluidez y tenga una capacidad lingüística que, en el caso de los niños disléxicos, no se produce. Además, estos niños suelen tener problemas en el momento de memorizar canciones, problemas de ritmo, falta de concentración e, incluso, les cuesta hacer un puzzle por muy sencillo que sea.

¿Cómo saber si mi hijo es disléxico?

No hay ninguna seguridad sobre la causa de la dislexia. Se cree que el origen es una falta del sistema nervioso central en su habilidad para organizar símbolos gráficos, aunque investigaciones posteriores apuntan a interferencias entre el sistema auditivo y visual como causa de este trastorno, o incluso a alteraciones genéticas.

Entre las dificultades más comunes que se presentan en los disléxicos se encuentran las relacionadas con la lectura. A estas personas les cuesta convertir las letras en sonidos verbales y, por tanto, no logran tener imágenes claras de lo que está escrito en la página. Esto les lleva a no leer bien y a tener dificultades para comprender lo que leen. A veces, tienen la sensación de que las letras y los números bailan, suelen saltarse renglones y palabras, omiten los signos de puntuación...

También son importantes los problemas que padecen de escritura, ya que suelen invertir sílabas, palabras, omitir letras, etc. Por ejemplo, escribir "ter" en lugar de "tres", "saca" en lugar de "casa", o invertir letras como la ‘d’ por la ‘b’, o la ‘p’ por la ‘q’. Además, les cuesta aprender las reglas ortográficas, sobre todo las excepciones de las mismas, y suelen tener dificultades para aprender los conceptos matemáticos.

Otros problemas que pueden padecer son los referentes al equilibrio y la orientación. A estos niños les cuesta ubicarse y orientarse en el espacio, y presentan cierta torpeza para moverse y desplazarse. También les resulta difícil vestirse, diferenciar los zapatos (derecho e izquierdo), organizarse... Asimismo, es normal en ellos que padezcan dificultades de concentración y problemas de atención, y con frecuencia pierden el hilo de las conversaciones.

Ante este cuadro sintomatológico, es necesario, sin embargo, aclarar que no todos los disléxicos tienen estos síntomas, y que no todos los niños que tienen estos síntomas son disléxicos, aunque lo que sí es aconsejable es que en el momento en que se detecte alguno de estos signos se pongan los medios oportunos para corregirlos.

¿Se puede corregir?

La dislexia no se supera nunca. Se padece durante toda la vida, pero sí existen algunos mecanismos para, al menos, corregirla y conseguir que los disléxicos sean capaces de leer un texto, escribirlo y comprenderlo. La terapia de aprendizaje puede durar varios años y comienza con el diagnóstico del problema.

Para ello, primero hay que detectar en qué áreas el niño tiene problemas e intervenir sobre ellas siempre de forma coordinada con el colegio y, sobre todo, supervisado y orientado por un especialista.

Los ejercicios que se hacen con más frecuencia son los de coordinación, orientación, psicomotricidad, trabajar con las letras y palabras, técnicas para manejar los signos de puntuación, ejercicios de atención y concentración, etc. Existen muchos métodos y técnicas que trabajan estas áreas y que son muy eficaces y se obtienen muy buenos resultados.

Así, por ejemplo, cuando el objetivo es corregir la dificultad a la hora de leer, se consigue reeducar al niño enseñándole rutas de lectura que sean eficaces para entender lo que se lee.

Pero también hay que tener en cuenta que los disléxicos no solamente tienen síntomas negativos, sino que se ha descubierto en ellos la presencia de ciertas habilidades. Así, tienen muy desarrollada la capacidad de intuición, la creatividad, y son muy imaginativos, muy curiosos en el sentido de conocer y aprender lo que les interesa y tienen grandes inquietudes.

El papel de la familia y la escuela

A menudo, los niños disléxicos suelen tener problemas escolares derivados de la dificultad para el aprendizaje que padecen. Son niños inteligentes pero que necesitan que les enseñen de un modo diferente al tradicional. Por eso es habitual que obtengan bajas calificaciones en la escuela y que los padres o profesores piensen que se trata de un caso de fracaso escolar.

Este ambiente de descontento es creado en gran parte tanto por el profesor que desconoce lo que le ocurre al niño y no le presta la ayuda que necesita, como por los compañeros, que se burlan de él por sus bajas calificaciones, y llega hasta la familia, que, normalmente, piensa que el niño no quiere estudiar.

Cuando el caso no está diagnosticado y quienes le rodean se muestran convencidos de que el niño es “mal estudiante”, los profesores y padres suelen castigarles con la lectura obligatoria de libros y textos, lo que produce el efecto contrario que se desea en un principio.

Estas “presiones” influyen negativamente en la relación del niño con los demás y empieza a pensar que es ‘tonto’, ya que a pesar de realizar un esfuerzo, es incapaz de aprender las enseñanzas más básicas como leer, escribir o las tablas de multiplicar. Es así como el niño pierde algo muy importante para su desarrollo: la autoestima.

Por ello, la actitud de los padres es fundamental en el tratamiento de la dislexia. Es importante que acudan a un psicólogo para que determine la causa de la dificultad en el aprendizaje de su hijo y que se pongan cuanto antes medidas para superarla. Y es que hay que tener en cuenta que el principal apoyo para estos niños es siempre la familia, y es muy importante que se sientan queridos y entendidos por sus seres más cercanos y que estos no les reprochen su rendimiento escolar.

No obstante, hay que tener en cuenta que tampoco es bueno tener un comportamiento sobreprotector hacia los hijos, ya que éstos deben aprender a afrontar su problema. Así, el papel más importante que tienen que cumplir los padres de niños disléxicos es el del apoyo emocional, que entiendan la naturaleza de su problema de aprendizaje y que hagan todo lo que puedan por ayudarlo.

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