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Enfermedades

Anemia en el anciano: tipos

Anemia en el anciano: tipos¿Cuáles son las causas de anemia más frecuentes en el anciano?

Es necesario tener en cuenta 2 consideraciones previas en los ancianos, como son:

El número de casos en los que la causa no se identifica, aumenta con la edad, llegándose a decir que hasta un tercio en los mayores de 75 años no se conoce.

En segundo lugar, la anemia en el anciano es con frecuencia multifactorial.

Aún con esto, el origen de una anemia puede ser determinado en el 80-85% de los casos. Salvo una pequeña parte de los casos, las anemias en el anciano no son hereditarias.

En el anciano, las causas más frecuentes son: las anemias por déficit de hierro, las anemias asociadas a procesos crónicos y las anemias megaloblásticas por déficit de vitamina B12 y ácido fólico.

Anemia Ferropénica

La anemia ferropénica es la anemia más frecuente en la población en general, y concretamente es muy frecuente en el anciano, siendo la última manifestación de un prolongado balance negativo de este metal que desempeña un papel esencial en el metabolismo energético celular, formando parte de muchas proteínas, entre ellas de la hemoglobina.

En la mayoría de los casos, se debe a pérdidas crónicas de sangre, a veces inaparentes, fundamentalmente del tracto gastrointestinal, siendo las entidades más comunes la úlcera péptica, gastritis (incluyendo las producidas por antiinflamatorios o aspirina con frecuencia autoprescritos, o por la ingestión de alcohol), hernia de hiato y neoplasias, sobre todo el cáncer colo-rectal y el gástrico.

En cambio es infrecuente, que el origen esté en una deficiencia dietética, salvo en algunos ancianos incapacitados o que viven solos; y por malabsorción de hierro en relación con resecciones gástricas amplias, toma de fármacos como antiácidos, bicarbonato, tetraciclínas, calcio, o por gastritis atróficas.

La ferropenia puede manifestarse de forma asintomática, como hallazgo analítico casual o bien con las características comunes a toda anemia o con las propias de la enfermedad subyacente.

Si la causa no es evidente tras haber realizado la historia y pruebas de laboratorio, su médico investigará en primer lugar, la pérdida de sangre digestiva, mediante un examen rectal y exámenes repetidos de sangre oculta en heces, y si es negativo, valorará realizar una colonoscopia y/o esofagogastroscopia y/o estudios de bario del tracto digestivo.

En cuanto al tratamiento debe intentarse corregir la etiología a la vez que se inicia el tratamiento oral con hierro en forma de sulfato ferroso, a ser posible en ayunas antes de las comidas.

Si no se puede tolerar, como ocurre en un 10-20% de los casos, por efectos secundarios como náuseas, malestar epigástrico, alteración del ritmo intestinal, se puede administrar con los alimentos, o en última instancia vía parenteral. El tratamiento deberá mantenerse entre 3 a 6 meses para reponer los depósitos de hierro.

Es necesario reseñar, que mientras las condiciones hemodinámicas del anciano se mantengan aceptables, se deberá evitar la transfusión sanguínea, y que no se puede corregir el déficit de hierro solo con medidas dietéticas.

Anemia de las enfermedades crónicas

Es la forma de anemia más frecuente en geriatría, siendo la segunda tras la ferropénica en la población general.

Ocurre típicamente en pacientes con procesos inflamatorios crónicos, siendo muchas veces el primer síntoma de la enfermedad, tales como: infecciones urinarias de larga evolución u osteomielitis. Artritis reumatoide activa, insuficiencia renal crónica, alcoholismo, malnutrición proteica, hepatopatías, hipotiroidismo, neoplasias.

Suelen ser anemias, habitualmente de mediana intensidad, escasamente sintomáticas, al desarrollarse gradualmente durante un periodo de semanas tras el inicio de la enfermedad, a no ser que coexistan problemas cardiopulmonares.

Su diagnóstico es por exclusión de otras causas de anemia. Su tratamiento se basa en el de la enfermedad subyacente. No siendo útiles ni el hierro, ni preparados multivitamínicos ni tónicos Y las transfusiones se reservaran para los pacientes con anemia clínicamente significativa, a los que aportará un beneficio transitorio mientras persista la causa.

Anemia Megaloblástica

Las anemias megaloblásticas son un grupo de enfermedades que tienen en común una alteración en la maduración de las células hematopoyéticas por carencia de la vitamina B12 y ácido fólico, dando lugar a anomalías morfológicas y funcionales de los glóbulos rojos, los leucocitos y las plaquetas.

Cursan con anemia moderada o grave, hasta 5 gr/dl de hemoglobina, pero debido a su lenta instauración son escasamente sintomáticas. Presentan sintomatología del síndrome anémico, y exclusivamente en el caso de la Anemia por déficit de vitamina B12, pueden presentar manifestaciones neurológicas degenerativas, que pueden variar desde parestesias, entumecimiento en pies y manos, disminución de la sensibilidad vibratoria, hasta ataxia de la marcha, alteración del gusto, olfato y visuales; o alteraciones psiq uiátricas como irritabilidad, somnolencia e incluso demencia o franca psicosis. Estas manifestaciones neurológicas pueden desarrollarse incluso en ausencia de anemia, y si no son tratadas de forma precoz pueden ser irreversibles.

La anemia por déficit de vitamina B12 aunque puede ser debida a un déficit nutricional en pacientes que viven solos y con una dieta estrictamente vegetariana, generalmente es causada por mala absorción a nivel gástrico, tras gastrectomía, cáncer gástrico o por anemia perniciosa, o a nivel intestinal.

En cambio la anemia por déficit de fólico suele estar causada por malnutrición, dándose típicamente en ancianos, viudos que viven solos, con alimentación descuidada, alcohólicos, con bajos recursos socioeconómicos o con algún trastorno neuropsiquiátrico. Su diagnóstico se basa en pruebas de laboratorio, y si no existe causa evidente se valorará realizar un estudio de médula ósea.

Su tratamiento se realiza, en el caso de déficit de vitamina B12 con preparados intramusculares de Cianocobalamina, con una pauta en principio de choque y luego de mantenimiento de por vida. Mientras que en el caso de déficit de fólico, se administrará vía oral, que según la causa se mantendrá 4-5 meses o de por vida. Siempre se debe haber descartado que no coexista un déficit de vitamina B12, pues aunque el ácido fólico corregirá las alteraciones hematológicas podría empeorar el daño neurológico. Si los déficits se deben a malnutrición se deberá reequilibrar la dieta de ese anciano.

Otras causas de anemia en el anciano

Síndromes mielodisplásicos: son propios de edades avanzadas, este conjunto de enfermedades caracterizadas por una hematopoyesis ineficaz, citopenias refractarias y una tendencia a progresar hacia leucemia mieloide aguda con una supervivencia media de 15-19 meses. La mayoría sólo pueden recibir tratamiento sintomático con transfusiones periódicas, y suelen morir por complicaciones infecciosas o hemorrágicas.

Mieloma múltiple: es una proliferación neoplásica de las células plasmáticas, casi exclusiva de las personas de edad avanzada, la mayoría aparecen entre los 60-70 años, aumentando su frecuencia con la edad. Su etiología es desconocida. Y las manifestaciones clínicas por orden de frecuencia son dolores óseos de predominio en columna vertebral y costillas, fracturas patológicas, síndrome anémico, astenia, anorexia, pérdida de peso. Con menos frecuencia la primera manifestación la constituyen infecciones, hemorragias, complicaciones neurológicas, insuficiencia renal o cardíaca. Su diagnóstico se basa en pruebas de laboratorio, y biopsia-aspiración de médula ósea. Su pronóstico es malo y su curación no es posible por ahora, pero existe un tratamiento sintomático con quimioterapia, radioterapia o de soporte.

Anemia hemolítica: se trata de una destrucción de los glóbulos rojos con excesiva rapidez, generalmente de mecanismo autoinmune a través de autoanticuerpos. Habitualmente asociada a enfermedades linfoproliferativas como la leucemia linfática crónica, linfoma, enfermedades del colágeno o fármacos. Su tratamiento debe dirigirse a la causa, y en el caso de falta de respuesta se utilizarán los esteroides, esplenectomía o incluso inmunosupresores.

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