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Otorrinolaringología

Me molestan los ruidos: así puedes saber si tienes misofonía

Me molestan los ruidos: así puedes saber si tienes misofonía¿Alguna vez has sentido que un sonido te ha molestado o irritado tanto que ha modificado por completo tu estado de ánimo? Es un problema que, aunque pueda parecer poco común, en realidad ocurre con mucha más frecuencia de la que se suele pensar. A menudo, la respuesta de las personas que no lo padecen suele ser que no es para tanto, que se trata simplemente de manías o de una exageración, pero lo cierto es que para las personas afectadas supone un auténtico quebradero de cabeza en su vida en el día a día. 

Esa sensación de no poder controlar una reacción emocional y física frente a un ruido cotidiano puede terminar condicionando la forma de relacionarse con los demás, la asistencia a espacios públicos o incluso la convivencia dentro del propio hogar. Por ello, si notas que determinados sonidos te molestan más de la cuenta y sospechas que podrías sufrir este problema, te recomendamos seguir leyendo este artículo para descubrir si podrías tener misofonía.

¿Qué es la misofonía?

La misofonía es un trastorno que es capaz de producir respuestas emocionales negativas intensas ante la exposición a ciertos sonidos cotidianos. Se trata de ruidos que la mayoría de las personas ni siquiera perciben como molestos, como el sonido de una persona al masticar, una respiración marcada, el clic repetitivo de un bolígrafo o incluso el tecleo constante en un ordenador. Para las personas que sufren de misofonía, estos estímulos se convierten en auténticos detonantes que pueden alterar de forma significativa su estado de ánimo. 

La reacción inicial suele comenzar con una sensación de irritación o malestar, pero puede escalar hasta generar ansiedad, respuestas de huida o, en los casos más graves, comportamientos agresivos, ya sean físicos o verbales, dirigidos hacia la fuente del sonido. Este desajuste entre lo que ocurre en el entorno y la intensidad de la respuesta emocional demuestra que se trata de algo más grave de lo que parece. Es un problema real que puede afectar de manera profunda a la calidad de vida. 

Tal como se ha observado en numerosos estudios, la misofonía puede llegar a condicionar las rutinas más básicas, como compartir una comida familiar o viajar en transporte público e incluso asistir a reuniones de trabajo. El hecho de estar en un entorno donde alguien mastica, carraspea o incluso respira de forma marcada puede convertirse en una experiencia insoportable para la persona afectada, generando respuestas de huida, aislamiento y dificultades para socializar.

¿Es posible curar la misofonía?

Las personas que empiezan a descubrir que podrían tener misofonía suelen hacerse una pregunta inevitable: ¿se puede curar? La respuesta, al menos hoy en día, es que no existe una cura definitiva para esta condición. Sin embargo, esto no significa que no pueda tratarse ni mucho menos que la persona esté condenada a vivir siempre con el mismo nivel de sufrimiento. 

Existen tratamientos psicológicos especializados que permiten reprogramar la respuesta automática que el cerebro y el sistema nervioso generan frente a estos estímulos. A través de técnicas concretas, es posible conseguir que el sistema nervioso deje de percibir esos sonidos como una amenaza, reduciendo así la intensidad de las reacciones negativas. El abordaje terapéutico combina varias herramientas útiles, como la reestructuración cognitiva, la exposición progresiva o el uso de determinadas técnicas de relajación. 

Gracias a estos tratamientos, las personas afectadas por este problema pueden recuperar la sensación de control sobre su cuerpo y sus emociones, aprendiendo a gestionar la ansiedad y la irritación que le generan los estímulos sonoros. De esta forma, aunque la misofonía no pueda eliminarse del todo, sí puede reducirse su impacto hasta permitir una vida mucho más equilibrada y tranquila.

¿Cómo puedes saber si sufres este problema?

Identificar la misofonía no siempre es sencillo, porque muchas personas confunden sus síntomas con manías personales o con una sensibilidad exagerada. Sin embargo, existen algunos signos bastante claros que pueden servir como indicador. Uno de los más frecuentes es la presencia o incluso la anticipación de un estímulo sonoro específico que provoca una respuesta física y emocional desproporcionada. Esa reacción suele comenzar como un malestar o irritación leve que puede escalar rápidamente hasta convertirse en una ira difícil de controlar. El simple hecho de escuchar cómo alguien mastica un alimento, respira de manera sonora, hace un ruido repetitivo con un bolígrafo o incluso emite un leve ladrido a lo lejos puede desencadenar sudoración, tensión muscular, calor corporal e incremento del ritmo cardíaco.

No se trata únicamente de una sensación de molestia, sino de una reacción fisiológica general que activa pensamientos y emociones intensas, en ocasiones con un componente agresivo. También es común que las personas con misofonía desarrollen conductas de evitación, intentando no exponerse a situaciones donde se repitan los sonidos que les resultan insoportables. En muchos casos, las personas afectadas se esfuerzan por soportar el malestar, aunque con ello acumulen angustia y tensión que interfieren en su bienestar y en su vida diaria.

Una forma práctica de dar el primer paso para saber si sufres misofonía es realizar un test online especializado, como el que ofrece Celia Misofonia, un centro de psicología que trabaja de forma concreta en el tratamiento de este trastorno. Aun así, conviene subrayar que el diagnóstico más preciso y fiable lo proporciona siempre un psicólogo especializado, que puede evaluar con profundidad los síntomas y recomendar el tratamiento más adecuado a cada caso.

Ejemplos cotidianos de ruidos que disparan la misofonía

Aunque cada persona puede tener desencadenantes distintos, existen ciertos sonidos cotidianos que se repiten con frecuencia entre aquellas personas que sufren misofonía. El acto de masticar o sorber líquidos suelen ser algunos de los principales. Para la mayoría de la gente se trata de ruidos sin importancia, pero para alguien con misofonía puede convertirse en una situación insoportable en cuestión de segundos. 

Otro sonido habitual es el de los teclados de ordenador, sobre todo en espacios de oficina donde se combina con clics de ratón o el golpeteo constante de un bolígrafo. También encontramos desencadenantes como los ladridos de perros, los ronquidos o incluso el simple roce de unas uñas contra una superficie. La intensidad del malestar no solo depende del tipo de sonido, sino también del contexto. 

Un ruido leve que en un entorno abierto puede pasar más desapercibido, en un espacio cerrado como un aula, una sala de reuniones o un transporte público, las personas con misofonía lo puede percibir con mucha mayor intensidad, generando sensaciones intensas de angustia. Por eso, más allá de los ejemplos concretos, lo que realmente caracteriza a la misofonía es esa reacción desproporcionada que convierte sonidos insignificantes en detonantes emocionales capaces de alterar por completo la rutina diaria.

Si tienes misofonía confía en profesionales

En definitiva, podemos decir que la misofonía es un trastorno real que va mucho más allá de una simple incomodidad frente a determinados ruidos. Como hemos comentado varias veces, se trata de una condición que puede condicionar la vida de quienes la padecen, limitando su capacidad de relacionarse, trabajar o disfrutar de entornos cotidianos. 

A pesar de que no exista una cura definitiva, sí es posible aprender a controlarla con ayuda profesional, adquiriendo herramientas para gestionar mejor las emociones y reducir la intensidad de las respuestas físicas y psicológicas. Reconocer el problema es el primer paso para dejar de sufrirlo en silencio y dar comienzo a un proceso de mejora para recuperar la tranquilidad y el control de tu vida diaria.

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Categorías: Otorrinolaringología,
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