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Nutrición

Alimentación complementaria

Alimentación complementaria¿Qué es la alimentación complementaria?

Cuando hablamos de alimentación complementaria, nos referimos a cualquier alimento distinto de la leche materna o leche artificial que se empieza a ofrecer al niño en el primer año de vida. De esta forma, el niño se va acostumbrando poco a poco a alimentos de mayor consistencia y la dieta se hace más variada. A partir de los 12 meses la alimentación del niño será similar a la del resto de su familia, adaptando la consistencia de los alimentos y las cantidades a la edad del niño.

¿Por qué se introduce la alimentación complementaria en el primer año de vida?

El motivo más importante para la introducción de la alimentación complementaria es el aumento de las necesidades de energía o calorías para que el niño crezca de forma adecuada. La velocidad de crecimiento del niño aumenta a partir de los seis meses y necesitaría tomar mucha cantidad de leche, tanto leche materna como fórmula, para proporcionarle la energía que necesita para crecer. Además, también puede comenzar a ser insuficiente el aporte de hierro, vitaminas, etc. Que el niño tome otros alimentos no quiere decir que se tenga que suprimir la leche, que sigue siendo un alimento imprescindible.

Recomendamos la lactancia materna hasta el año o más si es posible, y en los niños alimentados con leche artificial, desde los cinco o seis meses una leche de continuación o número dos.

¿Cuándo se introduce la alimentación complementaria?

La edad recomendada para la introducción de la alimentación complementaria es entre los 4 y los seis meses, pero dentro de ese intervalo puede variar de un niño a otro. Las razones que explican que se elija esta edad y no antes ni después para la introducción de nuevos alimentos, son las siguientes:

Las funciones del aparato digestivo y del riñón no están completamente maduras en los niños pequeños, y van desarrollándose a lo largo del primer año de vida. La introducción de alimentos distintos a la leche materna o leches artificiales antes de los 4 meses, puede producir problemas en los niños como deshidratación, intolerancia, etc.

Los niños pequeños tienen mal desarrollada la capacidad de succión, masticación y capacidad de tragar alimentos. Además, inicialmente tienen tendencia a sacar la lengua y de esta forma, sacar los alimentos de la boca. Hasta que no desaparezca este reflejo entre los 4 y 6 meses, el niño no será capaz de tragar alimentos sólidos.

La introducción precoz de alimentos se ha relacionado con el desarrollo de alergias alimentarias.

La leche materna o de fórmula cubren perfectamente las necesidades del niño hasta esta edad. A partir de este momento pueden no ser suficientes y por eso, hay que introducir otros alimentos.

Finalmente, recordar que es el primer año de vida y especialmente los seis primeros meses, el momento ideal para enseñar al niño a establecer unas normas con relación a la comida correcta. Se le debe enseñar a masticar, aumentado poco a poco la consistencia de las comidas, acostumbrarle a nuevos sabores y así diversificar la comida, y establecer una conducta correcta a la hora de comer. Si retrasamos la introducción de alimentos.

¿Qué alimentos debemos introducir y en que orden?

Cuando introducimos la alimentación complementaria en un niño tenemos en cuenta el medio en el que vive, sus costumbres, preferencias familiares, factores económicos, y otros datos como antecedentes de alergias, etc. Esto explica que el orden pueda ser distinto de un niño a otro no existiendo esquemas fijos.

Lo más importante es que la introducción sea progresiva, un alimento cada vez, y dejando una o dos semanas entre los nuevos alimentos para comprobar que el niño los acepta sin problemas.

En nuestro medio los cereales, las frutas y las verduras son los alimentos que se introducen en primer lugar.

Cereales: A partir de los 4 meses se pueden iniciar los cereales sin gluten. El gluten es una proteína presente en el trigo, cebada, centeno y avena. No se debe dar nunca antes de los seis meses porque es mal tolerada por los niños pequeños, y puede causar formas muy graves de una enfermedad conocida como enfermedad celíaca. Al principio se dan en el biberón correspondiente a la cena, y luego se añaden también en el del desayuno. Una vez preparado el biberón, se le añade una o dos cucharadas de cereales. Puede utilizarse el mismo cazo que la leche, e ir aumentando poco a poco la consistencia. Cuando la papilla es espesa se puede dar con cuchara no siendo obligatorio el biberón. No se deben dar ni pan ni galletas porque además de contener gluten pueden hacer que el niño se atragante.

Frutas: Generalmente, las frutas se ofrecen al niño a partir del quinto mes y las más utilizadas son la naranja, el plátano, la manzana y la pera, aunque pueden darse otras frutas del tiempo. El melocotón, la fresa y el kiwi suelen introducirse más tarde porque producen alergias con más frecuencia. El puré de frutas será la merienda del niño, ofreciéndole después, si el niño quiere, un poco de leche.

Para preparar el primer puré de frutas, utilizar media naranja y medio plátano y batirlo con la batidora hasta que no tenga ningún trozo. Los días siguientes, añadirle media pera y media manzana.

Aumentar la cantidad poco a poco y variar las frutas según los gustos del niño. No se puede añadir ni azúcar ni miel. La mayoría de los niños toman entre 100 y 150 gramos, lo que equivale más o menos al tamaño de un yogur, pero depende de las preferencias del niño.

Verduras: Los purés de verdura se inician sobre el sexto mes aproximadamente, sustituyendo al biberón del mediodía. Se utilizan la patata, el puerro, el calabacín, etc. Si se utiliza zanahoria y calabaza debe ser en poca cantidad. No se deben dar antes de los nueve meses, ni espinacas ni la parte verde de las acelgas porque contienen muchos nitratos mal tolerados por los niños pequeños.

Para preparar el primer puré de verduras, cocer una patata pequeña, un poco de puerro y calabacín, y media zanahoria. Añadirle una cucharadita de aceite de oliva y una pizquita de sal yodada. Batirlo hasta que no queden grumos. Es preferible prepararlo todos los días, pero también se puede hacer mayor cantidad siendo necesario en este caso, congelar en pequeñas raciones que se van sacando día a día. Sólo se puede conservar el puré si se congela. No es necesario que coma mucha cantidad, con un plato pequeño puede ser suficiente, aunque puede tomar lo que quiera. Después del puré, se puede ofrecer al niño un poquito de leche.

La carne, el pescado, las legumbres y el huevo se introducen de forma progresiva añadiéndolas al puré de verduras:

Carnes: Se pueden añadir al puré de verduras a partir del sexto mes, una ó dos semanas después de haber iniciado las verduras y comprobar que el niño las toma sin problemas. Primero se da pollo, y luego ternera o cordero y no son recomendables las vísceras. Se añaden al puré en cantidades pequeñas de aproximadamente, 50 gramos. Se pueden freír antes o hacerlas con el mismo puré de verduras. 

Pescados: Se añaden al puré desde el noveno mes y al igual que la carne se añadirá a la verdura en cantidades de 50 gramos, alternando ambos. Se suele dar primero pescado blanco porque el azul tiene más grasa y se digiere peor. Se puede usar pescado congelado. Si existen antecedentes de alergia, se retrasa la introducción hasta el año de edad. 

Legumbres: Se ofrecen desde el décimo mes en pequeñas cantidades porque algunos niños las digieren mal. Cuando se está haciendo el puré de verduras se añade una pequeña cantidad de lentejas puestas en remojo la noche anterior, y se irá aumentando poco a poco la cantidad. El resto de las legumbres se introducen de forma progresiva. 

Huevo: Inicialmente se da la yema cocida, primero un cuarto, luego un medio y finalmente, la yema entera. Se puede dar huevo entero a los 12 meses. No es aconsejable más de uno ó dos huevos por semana.

La leche sigue siendo un alimento esencial para el niño. Se puede continuar con la lactancia materna y en los niños alimentados con lactancia artificial, con una leche de continuación desde el quinto o sexto mes.

Las leches de continuación o las llamadas leches de crecimiento que se pueden dar desde los 12 meses, se recomiendan hasta al menos los 18 meses. No se debe dar leche de vaca en el primer año de vida porque puede producir anemia y otros problemas. La cantidad mínima de leche que debemos dar al niño a esta edad es de medio litro. El yogur es un derivado de la leche de vaca, motivo por el que algunos pediatras retrasan su introducción hasta el año. Sin embargo, tiene numerosos beneficios nutricionales y es bien tolerado por el niño, por lo que pensamos que se puede dar a partir de los 9 meses, siempre que se utilice como un complemento y no como un sustituto de las leches recomendadas. Se utiliza el yogur natural sin azúcar retrasando hasta los 12 meses otros derivados de la leche (queso, yogures de frutas, etc.).

La introducción de todos estos alimentos permite que la alimentación del niño se vaya pareciendo poco a poco a la del resto de su familia. Se produce una disminución del número de tomas, de tal forma, que al final del sexto mes la mayoría de los niños hacen ya sólo 4 tomas. Desayunan leche con cereales, comen puré de verduras, meriendan frutas y cenan leche con cereales, y no se despiertan por la noche para comer. Además, aumenta la consistencia de las comidas y tiene que acostumbrarse a comer con cuchara. Al principio, pensamos que no le gusta lo que lo ofrecemos porque lo saca de la boca, pero es algo normal porque inicialmente, le lengua tiende a ir hacia fuera. Al final del primer año, podemos empezar a ofrecerle pedacitos muy pequeños de carne, pescado o fruta.

Recomendaciones finales

El primer año de vida es fundamental para establecer una alimentación sana y variada, así como para enseñar al niño a comer bien. No existen normas estrictas, sino recomendaciones, sobre la edad y el orden de introducción de nuevos alimentos. Estas recomendaciones os las dará vuestro pediatra quien valorará los factores antes mencionados. Sin embargo, si existen unos datos que son importantes y que hay que tener en cuenta tener en cuenta, y son los siguientes:

No debe darse ningún alimento distinto de la leche antes de los 4 meses.

No deben darse antes de los seis meses cereales con gluten, lo que incluye pan y galletas.

No debe darse leche de vaca en el primer año de vida.

No deben darse frutos secos, aceitunas, cerezas, caramelos, hasta el tercer o cuarto año de vida por el peligro de asfixia.

La alimentación del niño es muy importante y no sólo debe preocuparnos el peso del niño, sino otros aspectos como la prevención de la obesidad, el aumento del colesterol, la hipertensión, etc. Los primeros años son fundamentales para establecer una alimentación sana y equilibrada y debemos controlar ciertos alimentos como embutidos, dulces, productos de bollería y envasados (patatas fritas, gusanitos), refrescos, etc., que damos a nuestros hijos. Los alimentos en tarritos aunque son cómodos y ahorran trabajo, son más caros y no ofrecen ventajas nutricionales con respecto a los alimentos frescos.

Finalmente, otro aspecto que tenemos que recordar, son los suplementos de vitaminas, que pueden ser necesarios en el primer año de vida. Se recomienda un aporte de vitamina D y en algunas zonas, de flúor. Vuestro pediatra os indicará la dosis y duración de los mismos si son necesarios.

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Categorías: Nutrición, Salud del niño,
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