La gota es una enfermedad muy común, sobre todo en los hombres de la mediana edad y las personas obesas. Se produce por la acumulación de cristales microscópicos de ácido úrico en las articulaciones, lo cual a su vez provoca artritis y otros males asociados.
Aunque los hombres tienen cuatro veces más probabilidades de padecerla, la gota también puede atacar a las mujeres, sobre todo después de la menopausia, y a otras personas que no están dentro de grupos de riesgo como son el de los obesos e hipertensos.
Los mencionados cristales de ácido úrico en algunos pacientes forman acúmulos abultados llamados tofos bajo la piel, que se pueden palpar y en casos de mayor gravedad pueden secretar un pus blanquecino.
En otras ocasiones, los cristales se depositan en la vía urinaria, provocando cólicos nefríticos y otras alteraciones renales y excretoras, como dolorosos cálculos renales, que atacan a cerca del 20 por ciento de los pacientes con gota.
Una sencilla explicación de por qué surge esta enfermedad y cómo se desarrolla es que normalmente el organismo elimina, gracias a la función excretora de los riñones, las cantidades de ácido úrico en sangre producidas por la continua destrucción y formación de células, y por el consumo de alimentos que lo contienen en determinada proporción. Sin embargo, la excreción de estas acumulaciones puede fallar o no suceder, lo que da lugar a cantidades anormales en forma de cristales, que se depositan en las articulaciones, sobre todo rodillas, codos y dedos del pie.
De ahí que uno de los síntomas más reconocibles de la enfermedad sean los episodios de dolor agudo en articulaciones como las citadas, y la aparición de tofos o hinchazón de las mismas.
De lo anterior puede deducirse qué produce o causa la gota, una enfermedad que muchas veces no es prevenible.
El factor desencadenante más definible es el aumento de ácido úrico en la sangre, fenómeno favorecido por otras condiciones como la obesidad, la hipertensión arterial y el consumo desmedido de alimentos propiciadores del referido incremento de ácido úrico.
De igual forma, el abuso de alcohol y, en menor grado, el estrés emocional y el cansancio, han sido identificados como factores o causas de la enfermedad.
El hígado, junto a riñones, mollejas y otras vísceras u órganos animales que normalmente se consumen, integra el grupo de los alimentos totalmente prohibidos para quienes padecen gota. Asimismo, personas que se encuentran en los grupos de riesgo de desarrollar la enfermedad e incluso las sanas, deberían mesurar su consumo, ya que favorece enormemente la acumulación de ácido úrico.
Sí. Los frutos del mar resultan deliciosos para muchos, excepto para los que les son alérgicos. Sin embargo, los mariscos son muy perjudiciales para los que tienen gota y constituyen uno de los alimentos que más favorecen la aparición de la enfermedad, por los altos niveles de purina que contienen, una sustancia que se descompone en el organismo como ácido úrico.
Desafortunadamente, la cerveza favorece también la aparición y agravamiento de la gota. Estudios han demostrado que su consumo eleva al doble la posibilidad de sufrir la enfermedad en las personas más vulnerables como hipertensos y obesos, debido sobre todo al aumento que provoca de los niveles de ácido úrico y a que impide que el organismo limpie de forma fácil las sustancias que la componen.
Las carnes rojas tienen muchas purinas y otros componentes que no solo fomentan la elevación del ácido úrico, sino también del colesterol y el peso corporal. Para prever de cierta manera la gota y no sufrir episodios de gravedad cuando ya se padece, se aconseja consumir mejor carne blanca como pollo y pescado, este último nunca azul porque también favorece las acumulaciones de ácido úrico.
Existen varios remedios caseros que desde hace mucho se emplean para tratar la gota y aliviar los episodios de dolor intenso en las articulaciones. A continuación veremos algunos de ellos.
Un remedio muy tradicional para aliviar la hinchazón y el enrojecimiento de los pies que provoca la gota es la aplicación de compresas de agua fría. Una vez estas se colocan sobre las áreas en cuestión, se debe aplicar una cierta presión para que el resultado sea más efectivo.
Al igual que con otros cítricos como la naranja, mandarina y pomelo, el consumo de limón, y sobre todo de su zumo, puede contribuir a aliviar la gota.
El aporte de ácido cítrico de esta fruta ayuda a reducir el ácido úrico de la sangre y consecuentemente, a aliviar la hinchazón. Como remedio casero, el zumo de limón puede beberse puro en pequeñas dosis o disuelto en un vaso de agua, no menos de tres veces por semana y preferentemente en ayunas.
Los preparados de bicarbonato de sodio con agua son muy buenos para tratar la gota porque esa sustancia alcaliniza la sangre y reduce la acidez. No obstante, del bicarbonato no se debe abusar, por lo que como remedio beberemos solo una cucharada disuelta en agua todos los días.
Este remedio, a pesar de su efectividad, no es aconsejable para los hipertensos.
La raíz de jengibre tiene muchas propiedades y usos medicinales derivados de estas. Para el caso que nos ocupa, combatir la gota, podemos preparar una infusión con media cucharadita de jengibre, lo mismo en polvo que rallado, y una taza de agua.
Para mejorar el sabor podemos endulzar la infusión con miel y, si queremos perfeccionar aún más su efecto, agregarle un poco de zumo de limón. Se aconseja beber una taza por día.